22: Escapada

157 21 23
                                    

☆☆☆

Se supone que debería estar en casa, pero las cosas tuvieron un giro inesperado y ahora me encuentro en un restaurante donde sirven comida china junto a una chica que acabo de conocer y tuve que salvarle el pellejo de un sujeto que al parecer iba a hacerle daño.

En fin...

—¿Ya sabes que vas a pedir?—Pregunté mirándola y sintiendo un poco de cansancio ya que igual estuve haciendo bastante ejercicio.

—Cualquier cosa estaría bien la verdad.—Contestó estirando un poco sus labios intentando sonreír pero manteniendo la vista en el menú.—Hace mucho tiempo que no pruebo un buen plato y contundente.

—Entiendo...Pues creo que ya sé que pedir.—Levanté la mano para llamar la atención del mozo y luego le dije lo que quería.

Aproveché también de pedir un plato para mí que consistía en carne mongoliana con arroz chaufán. Teníamos que esperar y mientras tanto podía empezar a preguntarle cosas básicas de ella.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre?—Pregunté nada más para iniciar la conversación.

—¿Mi nombre?—Levantó su rostro para verme. Sus ojos estaban un poco hinchados por llorar tanto, pero al menos ya había dejado de hacerlo.—No sé si el nombre que tengo es el real, pero desde que tengo memoria me han llamado Spinela.

Qué forma más curiosa de responder, pero me da a entender que si ha tenido una vida difícil.

—Bueno entonces me presentaré. Soy Peridot y llevo como tres meses viviendo en este país.—Sonreí levemente.

—¡Oh! Con razón tu rostro se me hace algo más gringo.—Rió bajo.—Es un gusto, Peridot.

Spinela estiró su brazo para estrechar la mano y yo la recibí. Aquel contacto me hizo sentir la calidad de su piel que es un poco más seca de lo normal, de hecho se puede notar en su rostro que no está bien cuidado. A parte que el maquillaje que lleva puesto puede ser de pésima calidad porque cuando la vi antes de bajarnos del auto su cara estaba manchada con el delineador que usa para sus ojos.

Bueno, esas manchas la provocaron sus lágrimas.

Es complicado conocer a alguien que ha pasado por cosas que ni yo he imaginado, pero tenía que hacer el esfuerzo de al menos saber de donde viene.

—Y dime Spinela... Bueno no es necesario que me respondas pero, ¿porqué me dijiste hace un rato que no tenías hogar? ¿Realmente vives en la calle?

Ella miró hacia un lado dudando en si responderme o no, yo solo tenia que esperar e independientemente de que responda voy a respetar.

—No tengo un hogar en donde sé que podré dormir, comer o hacer cualquier cosa que mucha gente hace. Si a veces tengo esa dicha es por unas pocas personas que me tienen lástima, aunque algunas siempre me pedían que me acostara con ellos. Había una persona de buen corazón que me veía como su nieta, era una abuelita que vivía en ese barrio pero tenía un problema en su páncreas. Yo viví con ella hasta que partió de este mundo y sus herederos reclamaron el terreno. Lo vendieron y me quedé en la calle sobreviviendo, haciendo trabajos en lo que fuera para poder comer.

—¿Y no tienes familia?

—No.—Contestó cabizbaja.—Mi madre me dejó en un orfanato cuando tenía 8 años. Me prometió regresar en cuanto encontrara un hogar y yo esperé pacientemente en lo que intentaba adaptarme en ese lugar.—Suspiró largo.—Esperé tanto... Nunca perdí la esperanza hasta que se lo conté a unos compañeros y se rieron en mi cara diciendo que me había abandonado. Esa vez entendí que me había quedado sola y después tomé la decisión de irme de ese orfanato por las malas porque el trato era paupérrimo. Ni siquiera sé en qué año estoy, no sé cuantos años tengo...—Sollozó.—Yo vivo el día a día caminando en una cuerda floja qué en cualquier momento me hará caer. A veces pienso que solo soy un estorbo en este mundo, por eso me he rendido en casi todo.

Con todos menos contigo! [Lapidot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora