VIII

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Luhan está llorando. Ha cubierto sus ojos con ambas manos, inclinando su cabeza hacia abajo, escondiendo su rostro. Aún está sentando en el borde de la cama, temblando y en silencio. Sólo puedo ver sus labios tiritar, y escuchar los sollozos ahogados que brotan desde su garganta.

Me encuentro de pie frente a él, sin moverme, congelada me quedo observándolo ante la extraña reacción que ha tenido. Espero que responda a mi pregunta, pero él es incapaz de hacerlo en ese estado.

Estoy nerviosa, temblando también. Intento entender porqué ha reaccionado de esa manera, y un sinfín de horribles pensamientos se apoderan de mi mente. Mi corazón late violento debido a ello, y mi respiración se ha vuelto inestable. Tengo miedo.

Lentamente camino hacia él. Me tambaleo un poco por los temblores de mis piernas, pero consigo acercarme y llegar a su lado. Dejo caer mi cuerpo sentado de golpe y trato de observar su rostro, aunque me es imposible. Quiero decir algo, pero no confío en mi voz para hacerlo, así que opto por pasar una de mis manos tras su espada, y comienzo a dar pequeñas caricias en movimientos circulares.

— Luhan...— le llamo. Mi voz sale débil y suave, casi en susurro. Espero un momento hasta que el reaccione, diga algo, se voltee a mirarme, pero nada de eso sucede así que le llamo otra vez; —Luhan...

Luhan balbucea algo, pero me es imposible entenderle y él no hace nada por aclararlo. Sé mantiene en la misma postura, y mueve sus piernas desenfrenadamente. Parece que esta pronto a romperse en pedazos.

Comienzo a inquietarme, me desespero. No me gusta verle así y más aún, no entender la razón de ello. Necesitaba que me hablara, que me dijera que sucedió. Necesitaba saber todo lo que había pasado, así que; insisto.

— Luhan, ¿qué paso? — consigo decir, con voz temblorosa y sonando más desesperada de que lo estaba. Y él, él por fin se limita a contestarme:

— ¡No lo sé! — suelta exasperado, quitando las manos de sus ojos, dejando ver su afligido rostro. Comienza a mover las manos a sus costados, desesperando, y luego, en un hilo de voz repite una y otra vez; — no sé donde está, no sé donde esta...

Luhan levanta un poco la cabeza, y voltea su vista para mirarme. Sus pequeños ojos están rojos debido a las lágrimas, que aun brotan y corren por sus mejillas. Intenta secarla con el dorso de su mano derecha, pero es en vano.

— N- Nos secuestraron...— logra decir, antes de que su voz vuelva a quebrarse y él explote en llanto.

Siento como mi pecho se ha oprimido al escuchar esa última frase, y una ola de frío me recorre el cuerpo. Contengo el aliento, me es difícil respirar con normalidad. No podía creer lo que acababa de escuchar. Guardo silencio, no sé qué decir. Apenas podía procesar lo que él había acabado de decir, y ver a Luhan en ese estado, me hacia querer romperme en mil pedazos.

— ¿Qué? — musito torpemente, como si no hubiese escuchado bien. Como si no hubiese entendido lo que acababa de decirme. Como si no hubiese sido suficiente, hago que lo repita...

—El día que desaparecimos, nos secuestraron— me confirma esta vez, con voz más clara y firme.

—No puede ser...—brota sólo de mis labios, y tapo mi boca con ambas manos, mirándolo atónita. Luhan asiente, y sus facciones se marcan de dolor.

—El día del campamento, ¿recuerdas que yo iba a escapar para volver contigo? — me pregunta y yo asiento con un leve movimiento de cabeza. —Bien—dice, y toma una gran bocanada de aire para luego soltar un largo suspiro. Dirige su cabeza a otro lugar, en el centro de la habitación, ya no me mira. Y cierra sus ojos, apretándolos con fuerza, queriendo recordar todo... — Aquel día, luego de haber llegado al campamento yo iba a cumplir con nuestra promesa, pero no pude. Era un día de locos, el lugar era un verdadero caos, con chicos y chicas de un lugar para otro, monitores en cada rincón, supervisándonos; y Sehun, tras de mí todo el tiempo. Como me fue imposible hacerlo durante el día, decidí que lo haría por la madruga, cuando nadie me pudiera ver o seguir. El pueblo cercano quedaba a unas tres horas a pie, y si conseguía escaparme a eso de las cinco, estaría a primera hora en la parada de autobús. Decidí hacer eso, así que espere hasta que dio la noche.

EL REGRESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora