XI

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Me quedo perpleja ante la imagen del chico que tengo enfrente. Él esta parado del otro lado, cruzado de brazos, mantiene el ceño semi-fruncido y con sus pequeños ojos me mira de pies a cabeza, como si me estuviese escaneándome con ellos. Abro un poco mi boca para decir algo pero se traba en el intento, debido al nudo que se ha formado en mi garganta. Por alguna extraña razón; estoy temblando, y siento como el corazón late con tanta fuerza en mi interior que parece va a salir disparado. Lay no me ha quitado la vista de encima y su expresión es difícil de captar, no sé si esta fastidiado ó quizá, molesto. Contengo el aliento, y trato relajarme, intentando actuar normal para poder hablarle y saber que estaba haciendo allí;

— L-Lay, ¡Hola! — digo titubeante, sonando más intranquila y nerviosa de lo que esperaba. Lay termina por fruncir el ceño por completo y no me contesta, si no que intenta pasar hacía mi apartamento. Yo no se lo permito, con un rápido movimiento me cruzo entre la puerta y el espacio libre que daba hacia dentro y le impido que siga avanzando. Él da un paso hacia atrás para no chocar conmigo, y me mira extrañado. — ¡Lay! — le llamo nuevamente, esta vez alzando la voz, esperando que Luhan me pudiese escuchar desde la cocina y no fuera a aparecer en aquel momento.

Lay estaba ahí. Luhan también estaba ahí. Lay no debía saber que Luhan estaba ahí.

— Iseul...— contesta de mala gana, alzando un poco las cejas y volviendo a dar un paso hacia adelante para entrar. Nuevamente se lo impido, y me apoyo en el marco de la puerta.

— ¿Q-Qué estas haciendo aquí? — pregunto, queriendo sonar casual y esbozo una pequeña sonrisa que más bien sale como una extraña mueca. Lay retrocede, esta vez dos pasos hacia atrás para volver a clavar su mirada fulminante en mi.

— ¡Te he marcado a tu teléfono todo el día y no haz contestado ninguna de mis llamadas, me preocupe y fui a buscarte a tu trabajo y allí me dicen que no asististe hoy porque te encontrabas enferma! — dice, las palabras salen rápidamente, una tras de otra de su boca y parece que le falta el aliento, ya que toma una gran bocanada de aire para seguir hablando— ¡¿Por qué no contestabas el teléfono?!, ¡¿Por qué no me dijiste qué estabas enferma?!, ¡¿Por qué no fuiste al hospital?!

He oído atenta su pequeño sermón y apretó mis labios formando una pequeña línea. Me había olvidado por completo de mi teléfono. Después de llamar a mi trabajo por la mañana, lo había dejado sobre mi mesita de noche y no volví a cogerlo ni siquiera cuando salí con Luhan. Tampoco había recordado llamar a Lay porque ni siquiera había pensado en él durante él día.

— Ah, si, eso. La verdad es que... — contesto insegura, pensando en que decir— No fue nada, Lay. Sólo me dolía un poco el estomago y la cabeza.

— ¿Y por qué no me llamaste?, ¿ya te sientes mejor? — cuestiona, mirándome con los ojos entre cerrados, mostrándose poco convencido a lo que acababa de decirle.

— Sí, tome algo de medicina y luego me recosté a dormir. Ya estoy bien, no te preocupes.

Lay me escucha y asiente levemente, creo que duda de mí y eso me inquieta. Soy tan obvia. Yo lo miro sonriente, intentando aparentar que todo esta bien, pero, él aún se mantiene ahí y vuelve a querer entrar, haciendo que yo tenga que cruzarme nuevamente en su camino.

— ¿Es enserio? — dice al momento de retroceder — Iseul...

— ¿Sí?

— Déjame pasar— pide, fastidiado.

— ¡No! — espeto, y él me mira confundido. Enseguida relajo mi voz y trato de sonar normal y actuar de la misma forma — No creo que sea conveniente, ya me iba a dormir.

EL REGRESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora