- Oh, Dios mío, ¡eres un bicho raro!
- ¿Soy tu bicho raro?
- No empieces conmigo, Riracha. -amenazó Ahyeon con ojos juguetones acompañados de una suave risa, un sonido por el que el corazón de Chiquita no dejaba de revolotear. Chiquita se limitó a reír también con los ojos enfocados de nuevo en la carretera.
- Tienes razón, pasos de bebé. - Se burló.
Desde el almuerzo, el ambiente entre las dos cambió a algo ligero y fluido. Las continuas bromas de Chiquita eran implacables hasta el punto de que Ahyeon ya no podía ocultar la sonrisa en su rostro ni la risa que solía contener siempre.
- Eres demasiado confiada para tu propio bien. - Comentó Haerin, disfrutando del puchero en los labios de Chiquita. Demasiado para su gusto.
- Malvada. - Se quejó Chiquita con la voz más infantil que jamás había utilizado. Ahyeon tuvo que meter el labio inferior entre sus dientes y obligara concentrarse en todas partes menos en la pelicastaña que estaba a su lado.
Tan linda pensó Ahyeon con las mejillas ligeramente rosadas.
Sentía que su corazón bombeaba ampliamente y no sabía si disfrutaba mucho de la sensación.
Por otra parte, cuando se trataba de Chiquita, Ahyeon nunca sabía nada. Siempre se quedaba confundida y simplemente perdida. Sus emociones se agolpaban continuamente en su cabeza y en su pecho y ninguna de ellas parecía ser legible o comprensible.
Ahyeon se volvió hacia Chiquita y la escaneó con una expresión confusa. ¿Por qué me siento asi siempre que estoy contigo, Riracha?
- Esto no es justo - Chiquita exhaló con un chasquido de lengua en señal de decepción. Ahyeon inclinó la cabeza hacia un lado con las cejas fruncidas.
- ¿Qué no es justo? - Preguntó. Y, sin perder el ritmo, Danielle respondió con algo que dejó a Ahyeon hecha un lío, una vez más.
- Que tú puedas mirarme y yo no porque estoy conduciendo - Y para alegría de Chiquita, se detuvo de repente en un semáforo en rojo con una sonrisa de satisfacción. - Ah, mucho mejor -exhaló antes de girar a su derecha y apoyar el codo en la consola del reposabrazos.
Ahyeon observó con el corazón acelerado la forma en que Chiquita apoyaba la barbilla en su mano y miraba su rostro con plena admiración.
- Hola. - Se burló Chiquita con su famoso guiño juguetón, pero al instante siseó de dolor en el momento en que la ruborizada gatita le dio un golpe en la frente.
- ¡Y-yah! Pervertida! - Exclamó la pelimarrón. Al ver que el semáforo cambiaba a verde y se alejaba, Chiquita sólo se rió sentándose adecuadamente y frotándose el dolor punzante de la frente.
- Vale, vale ya he terminado.
Ahyeon se limitó a resoplar antes de desplomarse en su asiento con una mirada sombría y las mejillas rosadas. A Chiquita le pareció una acción súper adorable, especialmente el pequeño puchero en sus labios. Pero, algo la molestó ligeramente.
- ¿Puedo preguntarte algo? Y, por favor, sé sincera - Preguntó Chiquita un poco incómoda y nerviosa, de lo que Ahyeon se percató rápidamente.
Ahyeon se deslizó hacia atrás en su asiento y miró a la inquieta pelicastaña a su lado confundida por el repentino cambio de humor. Asintió con la cabeza de forma vacilante.
- Claro.
Chiquita esperó un momento antes de exhalar profundamente y apretar el volante.
- ¿Te hago sentir incómoda?
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Tócame - Chiyeon
Hayran Kurgu- No te preocupes, te prometo que no te tocaré. - Pero, ¿Y si quiero que me toques? Una es una popular jugadora de voleibol del instituto y la otra es una estudiante normal. A una le encanta el afecto y la otra lo odia absolutamente. ¿Que podría sal...