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Era un nuevo día, Aurora se levantó con algo de molestia por aquel golpe que recibió de Brock.
Eran las 6:00 a.m, el movimiento era casi nulo, ella se dirigió a los baños para poder ducharse y lavar su ropa también, si, ahí mismo.

Checaba todas las celdas con interés,anotando lo que estuviese mal.
Durante este período el cambio de emociones en estas personas era descontrolado y muy agresivo, el hecho de lograr tener un vínculo con ellos era algo nulo, no como el Solado del Invierno.

A las pocas horas pasadas de las 8:00 a.m hasta que vio que había regresado el solado del invierno. Lo traían como un objeto..como un animal, vestía su armadura y sus ojos se veian llenos de cansancio.

La castaña salio corriendo a su dirección le quitó la armadura como pudo y empezó a revisarlo. En ese instante ya no había nadie, como si no les diese igual el hecho de ser su arma más importante en muchos aspectos.

— ¿Dónde te duele? — Dijo la castaña checando que estuviese bien.

Él castaño no respondió, solo miraba a la nada con un toque de cansancio, tristeza y desesperación.

La castaña empezó a tomar algunas de las heridas a ver cuál era la que más le generaba incomodidad. Inspeccionó que su cabeza estuviese bien y sin lesiones en caso de lo contrario tendría que hacer unas radiografías.

— No... — Respondió hasta ese momento el soldado.

— ¿Qué tienes? ¿que te duele? — La castaña lo seguía revisando.

— Me duele...— Dijo el castaño con una voz entrecortada.

Ella no tuvo que preguntarlo dos veces, así que lo abrazo.

— Lo sé...duele mucho. — Susurra.

El soldado sin saber como reaccionar la abraza correspondiendo a su abrazo.

— No te vayas...— Murmuró.

— No es que no quiera...no puedo — Dice la castaña.

— ¿Te irías? — Preguntó sin emoción el castaño.

— Sin pensarlo — Contesto Aurora firme y entonces el soldado dejó de abrazarla haciendo que la castaña dejara de generar este gesto de igual forma.

— Tengo familia...

— No tengo nada...

— Te dije que te iba a sacar

Estaban teniendo una conversación que al final no llevaría a nada, a Aurora le sorprendía el hecho de que ya no solo eran muecas y silencios incómodos, ahora él estaba generando una conversación con ella, puede ser por las terapias a escondidas que le ha dado con tal de recordar las cosas...o al menos las que suceden antes de tener sus torturas.

— No quiero que te vayas...

Algún día lo haré — Dijo la castaña.

— ¿Por qué?

— Esto es un infierno caballero.

— ¿Y mientras tu te vayas yo seguiré sufriendo en este infierno?

— Hey...cada vez relacionas más las pa- — Aurora fue interrumpida por el soldado.

𝘓𝘢 𝘯𝘰𝘣𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘺 𝘦𝘭 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora