CAPITULO 7

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Sarocha Chankimha

La probabilidad de encontrar a alguien especifico en una ciudad como San Francisco depende de muchos factores: tamaño de la población, la densidad poblacional y el grado de movilidad. Pero, si consideramos la población total de San Francisco, que es de alrededor de 880,000 personas, la probabilidad de encontrarte con una persona en particular en la ciudad es baja. Muy baja.

De todas formas, si hacemos unas aproximaciones basadas en estadística y probabilidad, se puede decir que la probabilidad de encontrarte con alguien en particular en San Francisco es de aproximadamente tan solo 1 posibilidad entre 400,000 de volver a ver a la rubia de ese día, y por alguna razón, conseguí ese 1.

- ¡La mujer que me salvó de la policía! -dice ella con emoción, saltando un poco y sonriendo de forma aún más amplia.

Sí. El mismo brillo en sus ojos azules, la misma calidez que parece salir de cada poro de su cuerpo. El rosado en sus mejillas salpicadas con pequeñas pecas y el mismo tono de azul.

Creo que podría reconocer esos ojos azules en cualquier lugar.

- ¡La mujer que me besó para escapar de la policía! -respondo. ¿Qué más se supone que debo decir?

Comentar que desde ese día la he estado buscando entre la multitud sin entender porque lo hago, suena un poco precipitado.

- ¡¿Qué?! -preguntan Saint, Heng y mi hermana al mismo tiempo.

-Es una historia muy divertida. Verán, yo estaba caminando por la calle cuando vi...

Mientras la escucho hablar mi mente va hacia ese día y recuerdo la historia del dueño del perro, la policía y, sobre todo, recuerdo el beso. Fue un beso corto. Demasiado para mí gusto. Ni siquiera me dio tiempo a procesarlo.

—Pat, te juro que no entiendo cómo sigues metiéndote en este tipo de problemas - le dice Heng.

¿Pat? ¿Es su nombre o un diminutivo?

-Oye, yo no busco los problemas. Los problemas me buscan a mí. Oh, pero que grosera soy-dice la rubia mirando a Heng, y después gira su rostro hacia mí, dando unos pasos en mi dirección.

-Soy Patricia Armstrong. Es un gusto conocerte. -

Patricia....

-Sarocha Chankimha -le digo, mientras estrecho su mano.

Patricia suelta una pequeña risita y se para en la punta de sus pies haciendo un gesto con su mano que no logro entender del todo.

-Oh, lo sé. He escuchado tu música, es excelente. Fui a un concierto tuyo en New York y lo amé... Oh, hice magdalenas. ¿Te gustaría una magdalena? ¿O algún otro postre? Puedo hornear lo que gustes. Haré lo que quieras.

Mi ceja izquierda se eleva y la punta de mi lengua recorre mi labio inferior casi al mismo tiempo que una sonrisa felina se plasma en mis labios al escucharla.

Oh, Patricia. Si supieras lo que me viene a la mente al escucharte decir eso.

- ¿Lo que yo quiera? - Pregunto

Me la imagino envuelta en cuerdas o en seda negra: suave y sumisa. La imagino en mi cama, aunque jamás he dejado que nadie a parte de mi se acuesta ahí. Pero justamente en mi cama es donde la imagino, con su cabello rubio extendido sobre la almohada, cabeza hacia atrás y ojos nublados de placer.

Ella, por supuesto, no tiene idea de hacia dónde van mis pensamientos y es lo mejor.

No alcanzo a decir nada porque Yuki me toma del brazo y me lleva hacia su habitación, comentándole a los demás que necesita hablar conmigo en privado.

¿QUE HUBIERA PASADO SI...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora