CAPITULO 27

337 51 17
                                    

Sarocha Chankimha

Nunca me han gustado los funerales, todo aquel ambiente y el exceso de hipocresía de las personas simplemente no es lo mío, pero este funeral no me lo podía perder por nada del mundo, y estoy segura que ese es el mismo pensamiento que pasa por la mente de casi todos los presentes, quienes al igual que yo han venido a cerciorarse que Aon Jirawat este muerto.

 Realmente muerto y al final poder librarnos de él, su forma de tratarnos y sus esclavizantes contratos.

Después de ver las noticias, Noey empezó a contactar al resto del equipo. Todo era un caos. Nadie decía nada y comentaban que era confidencial, que se estaban reservando la información o eso es lo que el equipo legal de Black and Company, quienes siempre han limpiado la mierda de Aon y su jodida disquera -también son los que limpian el desastre de Chankimha Corp.- dijeron.

No sé sabe mucho sobre su muerte, no es que a mí me interese, lo único que de verdad me interesaba es que muriera.

-Deja de sonreír -me regaña Noey-. Recuerda dónde estamos.

En el funeral de mi verdugo.

Oh, dios, soy libre. Realmente libre.

Ya no le pertenezco.

Mientras él viva esto jamás se iba a detener -dijo Nam, referente al abuelo-. Jamás se detendría.

Y si, mientras Aon viviera, lo que sucedió, lo que me hizo, jamás se iba a detener. Por eso yo no quería verlo preso, quería verlo muerto, porque los vivos a pesar de estar encerrados siguen teniendo oportunidades, pero los muertos ya no tienen nada.

-No puedo evitarlo-respondo con un leve encogimiento de hombros.

Los hijos de Aon están cerca del cofre de su padre. La banda del momento: los cuatro jinetes. Veremos qué tan buenos son ahora que no tendrán mis canciones, ni a su padre. Veremos si su talento y bonitos rostros es suficiente para mantenerlos a flote.

Me acerco a ellos y los miro, al sentir mi mirada se giran. Los cuatro llevan gafas oscuras. Hay una mujer cerca de Kirk -el ex prometido de Heidi-, quien reconozco que es Ciara y en persona se parece mucho más a Nam.

-Es cierto -les empiezo a decir.

- lo que dijo Heidi en la entrevista de la mañana es verdad y no se sorprendan si empiezan a salir más casos como el de ella, porque eso es lo que su padre nos hacía. Él era la peor escoria que he tenido el disgusto de conocer y me alegra tanto que esté muerto. Y antes de defender a alguien como su padre, deberían averiguar un poco más lo que hacía a puertas cerradas. Mi más sentido pésame, perdón por no llorar por la muerte del hombre que me jodió la vida.

Les dedico un saludo antes de dar media vuelta para caminar lejos del cementerio, sin esperar a que ellos digan algo, aunque a lo lejos escucho a Tessa, la hija menor de Aon, gritar mi nombre.

¿Por qué me detendría? Lo único que quiero es dejar todo eso atrás.

Hay una mujer alta, hermosa, de largo y liso cabello negro. Sus ojos grises parecen perforar mi cuerpo y hay una altivez en ella, que no se puede fingir.

-¿Qué quieres, Faye? Aon ya está muerto.

No responde y mira a los guardaespaldas.

Suelto un suspiro y les digo que nos dejen solas, lo mismo le indico a Noey que le da una mirada de soslayo a Faye antes de irse.

Faye Black era parte del equipo que limpiaba y mantenía a Aon en el podio en el que estaba. En realidad, ella era quien dirigía varios de los casos.

-Aquí está toda la información sobre ti que Aon tenía. Cualquier cosa que podría joderte o hundirte, está ahí -extiende una memoria USB hacia mí y la tomo sin entender porque me está dando esto.

¿QUE HUBIERA PASADO SI...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora