Toma 37: La musica y tu mundo

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POV's Guido

Después de que el show terminó y Patricio cantó "Por una cabeza", como solía hacer al final de cada concierto, los tres nos dirigimos al camarín, agotados pero llenos de la adrenalina que solo un concierto en River podía darnos. Mientras caminábamos por el pasillo, el vacío que sentía volvió con fuerza al darme cuenta de que Luna se había ido. Había esperado que se quedara conmigo en cada instante de ese día, que compartiera este triunfo conmigo, pero en lugar de eso, había desaparecido, como si lo que había visto minutos atrás no fuese más que un holograma. Todo parecía tan irreal.

Me sequé el sudor con la toalla mientras mi garganta ardía. Después de cantar durante tantas horas, apenas podía hablar, mi voz ronca era un reflejo del agotamiento que sentía. Cada paso hacia el camarín se sentía más pesado que el anterior.

Cuando finalmente llegamos, Anna nos esperaba de brazos cruzados, con esa expresión de desaprobación que solía tener, como si hubiéramos hecho algo mal, aun después de dar el mejor show de nuestras carreras. Me dejé caer en el sillón, exhausto, y saqué mi teléfono. Lo único que quería en ese momento era contactar a Luna, saber de ella, asegurarme de que lo que había pasado en el escenario no había sido solo un espejismo.

Comencé a escribirle un mensaje, pero antes de que pudiera terminar, la voz de Anna resonó en todo el camarín, cortando el aire como un cuchillo.

—Les agendé una nota para mañana a las 8:30 AM, así que ténganlo en cuenta. Eviten salir a emborracharse, por favor, que tienen que estar decentes —dijo con un tono severo, sin despegar la mirada de la pantalla de su teléfono—. Son dos ahora los que Victoria tiene que atender, así que traten de llegar temprano los dos, y Gastón, vos también tenés que estar.

Cada palabra que salía de su boca se sentía como un castigo. Levanté la mirada y vi a Victoria sonriendo, su teléfono en las manos mientras tecleaba incansablemente. Claro, después de que Luna renunció, era de esperar que Victoria celebrara. Ella siempre había esperado su oportunidad para tener más control, y ahora que Luna no estaba, se sentía como si el camarín estuviera bajo una nube pesada.

El cansancio se mezclaba con una sensación de desasosiego. Mi mente seguía fija en Luna. ¿Por qué se había ido tan rápido? ¿Por qué no me había esperado? Sentía una mezcla de preocupación y desilusión. Quería creer que había alguna razón válida, pero el miedo de que simplemente no quisiera estar cerca de mí me carcomía. En lugar de seguir escuchando la charla de Anna y las risas de Victoria, solo podía pensar en un lugar: en cualquier parte que no fuera este camarín sin ella.

Cuando estaba a punto de levantarme para ir a tomar aire fresco y evitar una confrontación con Anna, la voz de Gastón resonó con fuerza en el cuarto.

—¡NO! —gritó, con una intensidad que nunca le había escuchado usar antes.

Anna, que hasta ese momento había mantenido su compostura, nos miró con los ojos abiertos, reflejando el mismo shock que todos los presentes en la habitación. Gastón lanzó su toalla a un lado, con furia evidente en sus movimientos.

—¿Hasta cuándo te pensás que nos vamos a fumar la explotación? —continuó, su voz llena de rabia contenida—. Cancelá todo para mañana y empezá a buscar un laburo nuevo.

El silencio se volvió palpable en la habitación. La expresión de Anna era indescriptible; parecía una mezcla de sorpresa y furia contenida. Patricio, aún congelado en su sillón, no apartaba la mirada de la escena que se desarrollaba ante nosotros. Victoria, por su parte, había finalmente despegado la vista de su teléfono, mirando a Gastón con incredulidad. Yo permanecía inmóvil, cerca de la puerta, incapaz de procesar completamente lo que acababa de suceder.

La mejor parte de tener el corazón roto (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora