Toma 36: Lo que podía haber sido

124 13 2
                                    

Con mis manos temblorosas, terminé de redactar la carta de renuncia, y cada palabra parecía pesar más que la anterior, como si estuvieran cargadas con todo el dolor y la decepción que sentía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con mis manos temblorosas, terminé de redactar la carta de renuncia, y cada palabra parecía pesar más que la anterior, como si estuvieran cargadas con todo el dolor y la decepción que sentía. Mi corazón se contraía con cada frase, sabiendo que estaba escribiendo el final de algo que había sido tan importante para mí.

—¿Estás segura, Lu? ¿No lo querés pensar más? —preguntó Lucy con preocupación, su voz llena de empatía mientras me observaba, sus ojos reflejando el tormento que sentía.

Asentí, tragando saliva mientras las lágrimas continuaban cayendo. —Laurel ya sabe. Esto no da para más.

Con un último esfuerzo, revisé la carta una vez más antes de presionar "enviar". La sensación de amargura me envolvía como una niebla densa. A medida que hacía clic en el botón, sentí que el peso del mundo se aplastaba sobre mí. La carta significaba tantas cosas: el final feliz que nunca tendría, la derrota frente a Victoria y Anna, y la renuncia a mi sueño de formar parte de la mejor banda del momento. Todo se desmoronó en ese instante, cuando el mensaje se envió y la realidad se asentó.

Lucy se levantó de su asiento y se acercó a mí, rodeándome con un abrazo cálido y reconfortante. Su presencia era un bálsamo para mi dolor, y en ese momento, las lágrimas no parecían tener fin. La carta ya estaba enviada, y con ella, todo lo que había querido y trabajado se desvaneció. La tristeza me invadía, no solo por el sueño que se desmoronaba, sino también por la sensación de derrota y pérdida que me envolvía. La sensación de haber dado todo y aún así, no haber logrado lo que deseaba, era casi insoportable.

En el silencio de la habitación, el dolor era casi tangible. Las lágrimas continuaban cayendo, mezclándose con el peso de la decisión tomada y la incertidumbre de lo que vendría después. La despedida a un capítulo importante de mi vida se sentía como un abismo sin fondo, y mientras me aferraba al consuelo de Lucy, sabía que enfrentar la realidad sería mucho más difícil de lo que había imaginado.

Tenía presente que el día que había esperado tanto tiempo, el que debería haber sido el mejor de todos después de todo lo que habíamos atravesado, no lo iba a vivir. El día que había soñado durante meses, con el sudor y las lágrimas de trabajo incesante, se desmoronaba antes de siquiera comenzar.

No iba a hacer mi trabajo, no iba a formar parte de ese momento crucial. Todo lo que había construido y anhelado durante tanto tiempo, todo por lo que había luchado, se desvanecía en un suspiro de derrota. En lugar de estar en el centro de todo, participando en la realización de ese sueño, me encontraba al margen, obligada a escuchar cómo todo se desarrollaba en la radio o en la televisión, lejos de mí.

Era como si el destino se hubiera burlado de todos mis esfuerzos. Lo que había sido un sueño palpable, lleno de promesas y expectativas, ahora era un doloroso recordatorio de lo que podría haber sido. La idea de ver el éxito al que había aspirado desde la distancia, sin poder ser parte de él, era casi insoportable.

La mejor parte de tener el corazón roto (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora