Toma 24: Esto era real y nuestro

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Mientras daba vueltas por mi casa, con la revista y mi nota en la mano, no podía dejar de repetir la frase que Guido me había dicho. La emoción se sentía tan fresca y vívida que me parecía imposible no compartirla.

—Me dijo "te quiero", boluda —le conté a Lucy, sintiendo cómo el peso de las palabras se volvía más ligero mientras lo decía.

Al otro lado de la línea, el grito de Lucy fue tan estruendoso que casi me hizo soltar el teléfono. Su entusiasmo era palpable y me hizo reír, la tensión que sentía se disolvía en su contagiosa alegría.

—¡Contame todo! —exigió con ansias, como si quisiera que revelara cada detalle, cada matiz de la conversación.

Una risa nerviosa escapó de mis labios. Sentía una mezcla de incredulidad y felicidad, y, a pesar de todo, el alcohol todavía jugaba con mi mente.

—Pero estaba re en pedo y no sé, capaz me lo dijo jodiendo —dije, tratando de restarle importancia y buscando alguna explicación para el momento que acababa de vivir.

Lucy, con su tono inconfundible de amiga sabia y sin rodeos, me corrigió de inmediato.

—Nadie dice "te quiero" en joda, Luna. Eso es serio.

Sus palabras me golpearon con fuerza, y el tono firme y sincero de Lucy hizo que mi risa se detuviera. Empecé a procesar el significado real de lo que había pasado, dándome cuenta de que quizás había algo genuino en las palabras de Guido, algo que no podía ser ignorado o minimizado.

—Bueno, pero fue un momento raro —admití, sintiendo cómo la realidad se asentaba lentamente en mi mente—. Todo fue tan confuso y el alcohol no ayudaba.

Lucy hizo un sonido de asentimiento, su voz tranquila y reconfortante en medio de mi mareo emocional.

—Sí, pero eso no quita lo que te dijo. Es importante, Luna. No subestimes lo que sentiste y lo que él te dijo, por más borracha que estuvieras. ¿Cómo te sentis ahora?

Mis pensamientos giraban alrededor de sus palabras, y empecé a darme cuenta de que, a pesar del estado en el que me encontraba, lo que Guido había expresado tenía un peso real. Mi respuesta salió en un susurro.

—Me siento... rara. Como si todo estuviera en su lugar de repente, pero al mismo tiempo, confundida. No sé qué hacer con esto.

—Creo que el dio un paso re importante es tu turno —dijo Lucy con calma—. Hablá con él cuando estés lista. Por ahora, cuídate y descansa.

Colgué el teléfono, la conversación me había dejado con una sensación de claridad y calma. Lucy siempre tenía la capacidad de poner las cosas en perspectiva, y ahora, mientras me sentaba con la revista en la mano, me sentía un poco más preparada para enfrentar lo que viniera.

Mientras observaba la revista con mi cara en la portada y mi teléfono, sentí una mezcla de logro y emoción. La nota había sido un éxito y estaba dando mucho que hablar, un reflejo tangible de todo el esfuerzo que había puesto en mi trabajo.

De repente, una idea cruzó por mi mente: invitar a Guido a festejar. Era una oportunidad perfecta para dar un paso al frente, alejarme del ambiente laboral y disfrutar de un momento solo para nosotros. La idea de salir los dos, sin el estrés del trabajo, me pareció atractiva y necesaria.

Tomé mi teléfono y escribí un mensaje a Guido, intentando mantenerlo casual pero con un toque de entusiasmo. Sabía que esta invitación no solo era una forma de celebrar, sino también una oportunidad para explorar lo que podría surgir entre nosotros lejos de las cámaras y las presiones del trabajo.

Mensaje:

Hola rey, salió la revista en donde me hicieron una nota y pensé en salir a festejar. ¿Te pinta?

La mejor parte de tener el corazón roto (Guido Sardelli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora