Entre tormentas y sombras

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Rain

Dicen que los hijos son el reflejo de sus padres. Y digo dicen, porque en estos momentos me considero peor que ellos. Capaz de poder volar el puto mundo si así lo pudiese. Para eliminar toda la escoria convertida en persona que existe.

Lástima que aún el camino sea largo para lograrlo.

Ayer cuando fui a la casa de ese sujeto, no imaginé encontrarme con el causante de una de mis peores pesadillas.

El escuchar su voz me recordó lo inhumanos que pueden llegar a ser las personas con tal de conseguir sus cometidos.

«Con el tiempo no dolerá» decía.
Y se equivocó. Después de ocho años sigue doliendo más que la primera vez.

Me rehúso a quedarme sumida en el punto de partida, tengo que seguir avanzando, por mí, por Billy, por todos.

El cuerpo me duele al incorporarme del sofá donde pasé la noche. Al final, si lo terminé estrenando, pero de una manera diferente a la que tenía pensada.

Necesito ducharme, aliviar un poco la pesadez que tengo. Entro en el cuarto de baño no sé por cuánto tiempo dejando que el agua se lleve todos los problemas. Una vez termino, corro hacia el vestidor a colocarme el uniforme.

Con el maldito drama que armé se me olvidó que tengo turno en Pediatría. Fijo la vista en el reloj del móvil que marca las siete y cuarenta; y solo me da tiempo para desenredar mi cabello con los dedos mientras pido el Uber.

Me cuesta creer que en dos días mi vida se ha convertido en una montaña rusa de emociones.

Cuando alcanzo a llegar al hospital, marco mi ingreso con trece minutos de retraso.

Rápidamente me acerco al lugar dónde se encuentran los otros residentes. Exhalo aliviada al ver que no ha llegado el médico encargado.

«Relájate Rain» me digo.

Pero otra vez no sucede tal cosa. Si sigo así voy a terminar muriendo de un infarto.

¿Qué carajos hace él aquí?
No lo veía desde...

Ni siquiera tiene la decencia de controlar la manera con la que me mira, sino que lo hace abiertamente delante de todos. Cómo si yo fuera una célula bajo el microscopio a la que está analizando detenidamente.

—¡Oye!— me muerdo la lengua cuando leo el gafete que dice Dr. Marck Wald

La vida sigue sorprendiéndome.

— Doctora Belgström que gusto volver a verla, no pensé que su llegada sería tan oportuna – me dedica una sonrisa mal fingida.

— Discu...—me corta

— No importa, la estábamos esperando— hace una seña con la mano para que los demás se acerquen

Por lo visto el tratamiento al que lo sometió su padre hizo su trabajo de maravilla.

— Saben perfectamente que deben cumplir con las horas establecidas, recuerden que no me gustan las cosas a medias—toma aire y continúa con una fluidez y naturalidad que me dejan sorprendida—así que, no pierdan su tiempo y tampoco me hagan perder el mío con alguna de sus estupideces.

Para ser tan joven ya tiene los mismos aires de grandeza y egocentrismo que su padre. Me alegra volver a verlo después de lo que paso entre nosotros, porque así puedo terminar con lo que un día empecé.

A mi nadie me traiciona de esa manera y sale bien librado.

***

Trato de ubicar al hijo de Ashford la siguiente media hora. Lo busco en los consultorios, en la cafetería incluso en el baño de hombres, pero no obtengo resultados.

Bucle [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora