Fundición

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Rain

El día de hoy me preparo de nuevo para ir al hospital después de una semana ausente.

No he sabido nada de Frederick desde que salió apresurado hace tres días de mi casa y para ser sincera tampoco he tenido tiempo para pensar en él.

¿O sí? pero cada vez que lo hacía me regañaba internamente.

Después de haber aclarado las cosas con Billy, contarle lo ocurrido con Marck y todo lo relacionado con Ritcher nos vimos obligadas a partir de cero nuevamente.

Ahora las únicas armas que tenemos contra ellos son el pendrive y nosotras.

—Estoy segura que tu regreso será como un baldazo de agua fría —dice Bi mientras me observa desde el sofá.

—Yo no estaría tan segura —suelto un suspiro—a estas alturas ya deben haberlo encontrado.

—¿A quién?

—No me hagas repetirlo Billy.

—Para serte sincera, Marck estaba muerto desde el primer instante en que se alió con ellos. La propia ambición lo llevó a la tumba.

—¿En qué momento creciste tanto?—me lleno de nostalgia.

—No exageres Rain —hace una mueca de asco —¿De verdad quieres saber?

La conozco tan bien, que sé que me saldrá con alguna broma de mal gusto.

—Pensándolo bien...no.

—Eso creí.

Se acerca y deposita un beso en mi mejilla.

Antes de que se vaya, la agarro de los brazos y la obligo que me rodee la cintura.

—No olvides lo importante que eres para mí —las palabras las tengo atascadas en la garganta —sin importar lo que pase, si...Si algo llega ocurrir quiero que sigas adelante y no les des tregua. Has que paguen por cada lágrima—los ojos se me empañan —.Prométemelo.

La separo y hago que me mire a los ojos pero lucha contra ella misma para decir lo siguiente.

—Lo prometo —dice con la voz entrecortada.

—Te quiero —aparto la humedad de mi rostro —fue una buena forma de empezar esto ¿No lo crees?

—Yo te odio —recupera el habla.

—Lo sé —me paro en el umbral de la puerta —cuídate por favor Billy, no dudes en llamarme si acontece algo.
Si vez que es peligroso mantente alejada de allí.

—Me lo haz repetido más de diez veces. Vamos vete ya...—me empuja fuera y cierra la puerta.

***

Las siete y cincuenta y cinco marcan mi ingreso. Los pasillos se sientes más fríos que de costumbre y la tensión en el ambiente es palpable.

Mi turno en Traumatología comenzó hace unos minutos y por más que no quiera, evoco su rostro cada que cierro los ojos.

Me da la impresión que sabe más de lo que aparenta.

La jornada la paso de paciente en paciente, hasta que todos los médicos, internos y estudiantes son convocados al solón dónde se dan los seminarios.

El mismo en el que Harrison iba dar el suyo. Tengo que respirar hondo para no perder el control y me veo obligada a encaminarme hacia allí.

La multitud de gente que se atiborra en la entrada empeora mi ansiedad, hasta que una sensación familiar me recorre la espalda y hace que gire.

Bucle [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora