Mörda

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Rain

«La culpa no llega y me temo que jamás llegará»

La brisa fría levanta la tela del vestido que traigo puesto, estoy rodeada de árboles y vegetación; el sonido de automóviles es casi inexistente.

No podía seguir en el mismo lugar donde reposa su cuerpo inerte.

¿Hace cuánto no me sentía así?

Tan plena, tan feliz.

No encuentro palabras para describir lo que experimento cada vez que la sangre mancha mis manos, cada vez que soy yo la que les roba el aliento, sus objetivo, su vida.

«Se lo merecía»

Al caminar por los alrededores de la cabaña, puedo notar como el agua fluye, atravieso un sinnúmero de árboles enormes hasta encontrar el río que desemboca en una vertiente.

Es perfecto para lo que tengo en mente.

Busco la existencia de casas a los alrededores, pero la única señal de vida son los aullidos de uno que otro animal.

Apresuro el paso, hasta darme cuenta estoy de nuevo al frente de la cabaña.

Ingreso y el olor a carne podrida inunda mis fosas nasales. Paso por alto el aroma y comienzo a registrar cada rincón del sitio, haciendo pedazos la cámara que presenció todo.

«Más vale que esto sea suficiente, sino tendré que afrontar las consecuencias»

Vuelvo nada el lugar en busca de algo que me indique donde me encuentro, sigo por un rato pero no obtengo resultados.

La frustración se apodera de mí, así que me siento y pienso con cabeza fría. No puedo dejar escapar ningún detalle.

El ruido de un móvil provoca que me levante de golpe mientras ruego que no pare de sonar hasta encontrarlo.

Sigo el rastro y lo hallo metido dentro del cajón de la alacena que está por venirse abajo. La pantalla se ilumina nuevamente con el nombre de «Andrew Belgström».

Sin perder tiempo acepto la llamada y su voz retumba en mis oídos. Retumba después de cinco largos meses.

— ¡¿No sé si inepto es la palabra que te define?!—brama, inundado el sitio con ella—¿Por qué no has llegado, la necesito aquí?! ¡¿yaaa?!

No le respondo, no le digo que lo detesto, no le digo todo lo que se merece.

— ¡¿Responde infeliz, no me hagas subir a un avión e ir por ella?!

Antes de que pueda decir más, termino la llamada. Vuelve a insistir pero las rechazo. El móvil se queda pegado a mis manos como si fuera goma de mascar hasta que llega un mensaje.

Andrew Belgström
Lo lamento por tu padre, pero ya eres un cadáver andante.

Lo dice así sin rodeos, tajante como siempre.

«Que lastima que me haya adelantado»

Pensaba hacer que sus restos se sumerjan en esas aguas cristalinas y así poder cumplir el sueño que tanto anhelaba «tranquilidad».

Pero lo mejor será que lo encuentren aquí, pudriéndose y lleno de larvas devorando su carne.

«Quizá así vuelvan a recordar que soy capaz acabar con cada uno de ellos»

Fijo la mirada en la cama donde se encuentra tirado y me percato que está atravesando por el fenómeno denominado «livor mortis».

Me acerco empezando a jalar de sus brazos rígidos y fríos. Lo arrastro hacia la cabecera atándolo tal como él me tenía.

Bucle [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora