Secretos que nos unen

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Rain

Billy no ha salido de mi cabeza estos días. Odio que sea tan obstinada y ni siquiera se haya molestado en contestar mis llamadas, peor aún el centenar de mensajes que le envié.

«Va a terminar provocándome un ataque de ansiedad»

Pero sin duda, la peor decisión de la semana, fue haberme embutido de alcohol hasta caer inconsciente por más de doce horas.

Los días posteriores a ese pasaron relativamente rápido. Para mi fortuna o desgracia, Marck se ha mantenido al margen todo este tiempo. Es algo incierto, sé que trae algo entre manos.

Cuando creo que todo va bien mi panorama sigue empeorando por la falta de acercamientos con Frederick, es molesto que sea tan escurridizo, parece un niño y eso me pone de los nervios.

«Paciencia» digo para mis adentros.

Como la tonta masoquista que soy, me dirijo a un nuevo intento por acercarme. Darme por vencida no es una opción. Él es alguien valioso y tengo que aprovecharlo.

Lo busco entre la multitud que está aglomerada en la cafetería del hospital y lo veo apoyado sobre la pared hablando con los que supongo son sus amigos.

—Frederick, podrías ayudarme con esto —le digo, alzando la carpeta repleta de historias clínicas que tengo entre las manos.

No se porque de repente comenzó a temblarme todo el cuerpo. Quizá sea por la forma tan intensa que tiene al mirarme o tal vez el movimiento sutil de su cabeza.

 «Concéntrate» me regaño.

Se encamina hacia afuera mientras yo lo sigo detrás. Mi mente se encuentra vagando en lo bien definidos que están sus músculos. Detesto que siempre que estoy con él mi cerebro se vuelve estúpido. Tanto que no me doy cuenta el instante en que se queda parado a mitad del pasillo y provoca que me golpee la cabeza contra su espalda.

Debería sentir dolor, pero es todo lo contrario, porque me ha hecho acreedora a una descarga eléctrica con sensaciones desconocidas.

Sin pensarlo dos veces, levanta mi rostro con sus dedos para supervisar que no me haya hecho daño.

—Perdona, no era mi intención detenerme de esa manera —su tacto hace cosquillas en mi piel.

Le dedico una sonrisa coqueta y sus mejillas se tornan rojas; haciéndolo retirar rápidamente la mano con la que sostenía mi mentón.

—No fue nada, yo...solo quería decir que lamento lo de hace unos días —respiro — es difícil adaptarse a las cosas nuevas, sobre todo al idioma.

— Pero sé que en Suecia la mayoría de las personas habla inglés —dice con un tono suave.

Y es cierto, pero no lo hacían en el lugar donde yo me encontraba. El silencio se perpetúa hasta que decide hablar nuevamente.

—Bueno, como sea podría ayudarte con eso —sopesa sus palabras por un momento— ¿Para qué están los colegas si no es para ayudar?

—¿Lo somos? —pregunto acortando el espacio — pensé que no me considerabas así, como te la has pasado evitándome.

—No...no era mi intención —balbucea.

Mi respiración choca contra sus labios mientras su pecho sube y baja de prisa al ver cómo humedezco los míos acallando sus palabras.

«No creo ser capaz de resistir mucho tiempo»

—¿Te parece si te llamo esta noche? —pregunta sosteniéndome la mirada —y así puedo ayudarte a practicar un poco la fluidez de tu inglés.

Bucle [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora