Por la mañana, Sayori se encontraba haciendo kimonos junto a su madre, había aprendido a confeccionar y remendar gracias a las enseñanzas de Himeno. Este día empezó ajetreado, ya que desde el amanecer muchas personas vinieron a ver a Doma, ni siquiera ha visto al demonio de tan ocupado que estaba. Así que, mientras estaba libre de misiones, se dedicaba a apoyar a los trabajadores en el templo, pues siempre había mucho por hacer.
Por otro lado, Akira, quien aún seguía amordazado dentro de esa bodega, lo único que recuerda es que logró escuchar la voz de su mamá, e intentó llamarla, pero en ese momento todo se volvió oscuro, suponía que ese hombre lo noqueó. Sentía miedo por lo que fuera a pasar, o lo que el come mujeres le hará, pensaba que no saldría con vida del lugar, y tampoco lograba zafarse de los amarres en sus manos y pies, y al tener la boca obstruida, no podía gritar para pedir ayuda.
Se dedicó a escuchar en su entorno, sólo lograba oír bullicio de otras gentes, sin duda había movimiento afuera. De la nada, se percató de que alguien entró a la alcoba, y por la voz que tarareaba, supo que era ese monstruo, escuchó que arrojó algo al suelo y con la misma, salió de allí.
Horas más tarde, la joven de ojos lilas, Akaza y Himeno, conversaban alegremente en la habitación de ellas. La esposa del samurai miraba con detenimiento disimulado, que la tercera superior no dejaba de observar a su hija, que su expresión mostraba una tenue sonrisa de cariño, de ternura, que lo hacía verse flechado por Sayori.
—Veo que ustedes son muy unidos, y se llevan realmente bien, ¿Son muy buenos amigos, verdad?— preguntó curiosa, al ver la confianza entre ellos.
—Así es, le confiaría mi vida sin dudarlo...— pronunció con gran cariño y afecto, abrazando de lado al hombre de rayas. —Es tan atento y adorable— pegó su mejilla a la de él. —Y siempre está cuidándome.
—G-Gracias...— el rostro de la tercera se ruborizó, mientras desvió su mirada al suelo.
—Me alegra saberlo, saben, ustedes harían una linda pareja, ojalá y algún día lleguen a serlo— les miró sonriente. Akaza ya no sabía en dónde ocultar su cara, se sentía muy apenado, y Sayori, simplemente devolvió la sonrisa a su madre, y evitar que se ruborice más su compañero.
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El lirio rojo
FanfictionPeriodo Edo. Una infante de corta edad, es entrenada cruelmente por su padre, para ser un samurai. Al ser la primogénita, y no haber nacido como varón, su trato era injusto. Sino hasta que decide huir y tratar de llevar una vida lejos de maltratos...