Capítulo 6

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Los días pasaron, Sayori seguía entrenando con Kokushibo, su mejoría creció considerablemente que ya podría sostener un combate con alguien experimentado

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Los días pasaron, Sayori seguía entrenando con Kokushibo, su mejoría creció considerablemente que ya podría sostener un combate con alguien experimentado. Cada vez se volvía más veloz, más audaz, que su maestro se sorprendía con lo rápido que aprendía y se acoplaba a sus enseñanzas, comenzaba a sentirse orgulloso de su aprendiz.

Lo que más llamaba la atención de la luna superior, es que la niña ya empezaba a controlar la respiración de concentración total, aunque todavía no la perfeccionaba, ya se estaba acostumbrando a usarla cotidianamente. Ella sí que era un diamante en bruto, el cual pulirían sacando el potencial que la infante les proporcionaría, sin embargo, muy cerca de ahí, se encontraba Akaza escondido entre los altos árboles, observaba a su protegida con una sonrisa de felicidad, se alegraba mucho por lo fuerte que es, era una persona digna de ser miembro del clan de Muzan.

La tercera creciente espiaba a menudo al demonio espadachín, no porque desconfiara de él, sino porque un par de ojos extra vigilando no estaba mal, no es como si pudiesen hacerle daño a Kokushibo o quitarle a la niña, pues yacía segura a su lado, pero aún así sentía que debía estar cerca por si acaso.

—Es suficiente— afirmó el hombre de seis ojos. —Continuaremos después— la niña dejó de atacarle.

—Como usted diga, señor Kokushibo— asintió sonriente.

Este entrenamiento sí le agradaba, pues el demonio le mostró muchas técnicas de ataque y defensa, que con su padre nunca vio. Además de que cumplió su palabra, ya que jamás la dañó, sí era muy estricto pero no puso un dedo sobre ella, lo que agradecía.

—Andando, el amo quiere verte— confirmó serio.

En cuanto llegaron a la mansión, Sayori tomó un baño antes de presentarse con Kibutsuji, sabía perfectamente que los demonios poseían un olfato muy sensible en comparación con los humanos, y no quería oler a sudor. Sin perder más el tiempo, abrió la puerta del estudio de Muzan, mirando que esa mujer de carácter malcriado; la luna superior seis, yacía frente al rey, y cuando la vio, la joven demonio hizo un gesto de desagrado a la pequeña.

—¿Me llamó, amo Muzan?— le reverenció.

—Efectivamente— se acercó. —Irás a tu primera misión con la sexta creciente, quiero que los ayudes, pequeña— le sonrió amable, causando que Daki rodara los ojos con fastidio, detestaba que su adorado amo la tratara con tanta amabilidad, como si realmente ella le importara. —Gyutaro— llamó al mayor.

Sayori veía atentamente, cuando se percató que un cuerpo emergía de la espalda de la chica, al principio no le hallaba figura, hasta que se formó en aquel hombre delgado que portaba guadañas, su hermano. La niña se asombró por lo espectacular que fue, en ningún momento pensó que el demonio permanecía dentro del cuerpo de su hermana, simplemente increíble.

—Vayan al distrito rojo, tomen el lugar, ya saben que hacer— ordenó fríamente observándolos.

—¡Cómo ordene!— contestaron los hermanos acatando las instrucciones.

El lirio rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora