DICIEMBRE, 2024.
Las rodillas de Juanjo se chocaron contra el pavimento caliente.
—La madre que me parió—maldijo en voz baja, apoyando una mano en el suelo para no clavar los dientes en la acera. Con la respiración entrecortada hizo una mueca de dolor, su cabello húmedo soltando gotas de sudor en un patrón irregular frente a sus ojos. Normalmente se le daba mejor correr en las mañanas de invierno, pero ahora solo parecía que el clima se estaba burlando de él: "Realmente pensaste que podrías hacer diez millas diarias después de fumar cada noche por los últimos diez años de tu vida?"
A la mierda California.
Tambaleándose, se puso de pie y observó la sangre recorriéndole la pantorrilla, una gota manchando las zapatillas que Ruslana le había regalado unos días atrás por navidad. Desearía poder decir que extrañaba Madrid, pero la realidad es que no había sitio en el mundo en el que se sintiera cómodo después de haber visto a Martin dos semanas atrás. La mañana después de la reunión regresó a casa, continuó con sus planes familiares, y esperó impacientemente el vuelo de vuelta quince días después, desesperado por acabar con aquello lo antes posible.
Estaba perdiendo la cordura.
Cojeando, regresó al hotel y se sentó al borde de su lujoso colchón con el botiquín de emergencias en la mano. Esa noche era la última del año, y la discográfica los había forzado a asistir a una fiesta para "tantear el terreno". Juanjo no estaba seguro de qué terreno exactamente hablaban: el de la prensa fotografiándolos juntos de nuevo, o el de ellos dos compartiendo espacio por más de diez minutos seguidos después de cinco años.
Soltó una cadena de malas palabras mientras desinfectaba la herida y la vendó lo mejor que pudo después, levantándose a duras penas para sacar un cigarrillo de la cajetilla sobre su mesa de noche. Tenia reglas estrictas de no fumar antes de las cinco de la tarde, pero el aire acondicionado le estaba haciendo doler los huesos y nunca había sido bueno lidiando con el dolor. Se quitó la camiseta sudada y le pidió a su móvil que llamara a Ruslana.
— Hola, ¿qué tal la mañana?
El rostro de su prometida apareció en la pantalla, claramente recién salida de la cama a pesar de ser pasado el mediodía en Madrid. Juanjo sintió una oleada de afecto al mirarla, aliviado de encontrar algo reconocible entre tanta mierda fuera de su zona de confort. Desde que recibió la primera llamada de Chiara pidiéndole que tomara un vuelo a Los Ángeles para encontrarse con Martin, Juanjo no había pasado ni un solo minuto sin estar aterrado de que todo aquel caos le salpicara a ella. Por eso, cuando Ruslana fue a buscarlo al aeropuerto dos semanas atrás, lo primero que hizo fue pedirle que se casara con él.
―Habíamos acordado que no era para nosotros―susurró ella dulcemente desde el asiento de conductor. ― ¿Realmente es lo que quieres?
"Lo que quiero nunca ha estado sobre la mesa" Juanjo recordó contestar a esa misma pregunta el día anterior. Pero esto era distinto: de esto estaba seguro. Quería protegerla, costase lo que costase.
―He sufrido un accidente mientras corría―le contó, enfocando su rodilla. ―Después de años de maltrato el pavimento ha decidido buscar venganza.
―Joder, justo cuando no estoy ahí para burlarme de ti ―balbuceó ella a medio bostezo. ―Ofensivo.
―La próxima vez me aseguraré de tenerlo en video―se mofó él, dejándose caer en el colchón. Dio una calada al cigarrillo antes de preguntar: ― ¿Qué tal con mi familia?
Ruslana rodó los ojos.
—Lo de siempre, tu hermana no está muy contenta de que me hayas dejado en su casa.
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SILVER SPRINGS [M +J]
Fanfiction[Majos Fanfiction] Además del duo musical más icónico de su generación y dos estrellas de rock con fama de mujeriegos, Martin y Juanjo son mejores amigos. Bueno, al menos hasta que un beso lo arruina todo.