ENERO, 2025.
El problema era que Martin había tenido demasiado tiempo para pensar.
Había escogido pasar años con la espina en el pecho, ahogado en tabaco y botellas de escocés, encendiendo la televisión cada mañana en busca de su nombre, solo para acabar enterándose de todo el cotilleo de la industria en su lugar. Había decidido pasar horas frente a un plato frío de avena convenciéndose de que estaría menos amargado si supiera que Juanjo no lo estaba pasando bien, que la vida sin él tampoco era suficiente.
Su terapeuta solía criticar ese hábito constante de revolcarse en el rencor. Mientras Martin fingía estar contento con sus días de nadar distancias olímpicas en la piscina y fumar sentado en la ventana, ella estaba segura de que no era más que un mecanismo de defensa. Después de todo, sanar significaba dejar de ser la víctima de una vez por todas, y la realidad es que era mucho más fácil consolarse con la idea de que, al comparar sus vidas, él era claramente el más perjudicado de la situación. ¿Quién diría que para ser feliz necesitabas deshacerte de tanto orgullo?
Se sentía como una persona detestable, pero en el fondo deseaba que Juanjo siguiera dándole razones para odiarlo. Así era más fácil. Así no tenía que continuar pensando en lo que él había hecho también.
Metió cuatro monedas en la máquina expendedora y sacó una lata de Coca-Cola helada. El hotel se sentía peligrosamente silencioso; tan solo el ruido lejano de los fuegos artificiales aun atravesando las paredes a pesar de que eran pasadas las tres, pero Martin no tenía intenciones de quedarse dando vueltas en el colchón hasta que los medicamentos para dormir surtieran efecto. Había parado de beber un par de horas atrás, y sin embargo sabía que la melatonina no lo golpearía con la misma fuerza después de tantas copas de champán. Solía tener el mismo problema cada vez que viajaba.
En general solía evitar pasar la noche en otro sitio que no fuese Palm Springs, pero en cinco años había hecho muchos esfuerzos por pretender que Juanjo no lo había estropeado todo permanentemente, y las aplicaciones de citas lo llevaban a conducir por horas en busca de una cama en la que meterse, o una conversación de madrugada que lo hiciera sentir menos patético sobre su propia vida. Cuando el insomnio de los hoteles se volvía insoportable, solía tener varias opciones: pasar la noche teniendo sexo, pasar la noche mirando los patrones de luces que creaban las persianas, o tomarse una pastilla y descansar.
Y aunque siempre había sido reacio a la medicación, aquello se sentía como un pequeño perdón; "aquí tienes, Martin, duerme diez horas seguidas. Tu cerebro necesita parar".
Abriendo la lata, se sacó un cigarrillo del bolsillo y lo encendió. Las fotos de su primera aparición pública habían tardado en viralizarse lo que ellos habían tardado en subirse y bajarse juntos de un taxi. Era un requerimiento de Chiara que los vieran marcharse en el mismo coche, como si eso fuese una prueba infalible de que su amistad estaba intacta, y como si la mitad de los medios no estuviesen comentando a detalle la historia de Juanjo, Martin y la mujer que los separó, intentando encontrar esa chispa de odio entre ellos que tanto los entretenía.
Pero la idea de que los dos estuviesen ahí, en el mismo edificio, le resultaba insoportable. Le enfadaba la posibilidad de que su compañero de banda estuviese durmiendo tranquilamente después de haberse convertido en esa versión tan violenta e irreconocible de sí mismo horas atrás, y le enfadaba aún más saber que en realidad no lo estaba. Que seguramente se encontraba tumbado en la cama sintiéndose muy jodidamente culpable, porque cinco años más tarde Martin aun "sabía" cosas, aparentemente.
Así que, como era de esperarse, acabó en su habitación.
—Quiero saber qué sucedió—fue lo primero que dijo cuando Juanjo abrió la puerta en pantalones cortos y sin camiseta, su torso vagamente iluminado por la luz del pasillo. Detrás de él la televisión estaba encendida en un juego regrabado de tenis. —Quiero saber por qué Ruslana acabó en el hospital.
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SILVER SPRINGS [M +J]
Fanfiction[Majos Fanfiction] Además del duo musical más icónico de su generación y dos estrellas de rock con fama de mujeriegos, Martin y Juanjo son mejores amigos. Bueno, al menos hasta que un beso lo arruina todo.