DICIEMBRE, 2024.
Por mucho que Juanjo intentó convencerse, no estaba listo para verlo. Nunca lo estaría.
Se bajó del taxi con un portazo y clavó los ojos en Martin, recostado en la pared de concreto con sus gafas de sol y una manzana a medio comer en la mano, la brisa de Los Ángeles revolviéndole el pelo. Juanjo odiaba California en el invierno, era demasiado seco y demasiado cálido. Él era más del frio implacable, y le gustaba la sensación de fragilidad que traía la nieve consigo.
Sin poder evitarlo, recordó las noches que pasó con aquel mismo chico en el suelo helado de un piso solitario, garabateando letras en una libreta y calentándose con una botella de ron. Recordó las cosas que le confesó cuando sus secretos estaban impregnados de vaho, sentados al borde de una azotea. Martin era alguien que quería mantener lo más lejos posible, porque no confiaba en sí mismo cuando estaba con él.
Sobre sus cabezas, el edificio de Harmony Records lucía igual de imponente que siempre.
—¿Me extrañaste? —dijo Martin con una sonrisa vacía, y Juanjo pasó por su lado sin contestar.
La oficina de Rafael Hughes se encontraba en el décimo piso. En el ascensor, Chiara se colocó entre ellos con el móvil en la oreja mientras charlaba con alguien del departamento legal. Ambos estaban cruzados de brazos evitando mirarse, la presencia del otro más devastadora de lo que querrían admitir. Se decían que era pura curiosidad; esa necesidad de investigar un rostro ajeno que conocían a la perfección, pero que ahora pertenecía a un extraño.
Martin notó más vello facial, hombros más anchos y un hilo de historias a las que no pertenecía detrás de la piel de sus pómulos. Juanjo de veintiséis años no se parecía en nada a su mejor amigo, que sonreía constantemente con ese aire juguetón de portada de People's Sexiest Man Alive. El hombre junto a él tenía un semblante serio y bien resguardado, la arruga entre sus cejas más marcada de lo normal. Por su parte, Juanjo no recordaba la última vez que estuvo en la misma habitación que Martin completamente sobrios. O no quería recordarla, en realidad.
Cuando entraron a la oficina, Rafael los estaba esperando de pie detrás del escritorio. Lucía mayor; el cabello completamente gris y las líneas de expresión más profundas alrededor de sus labios, pero había cierta tranquilidad en su mirada, probablemente fruto de cinco años sin tener que lidiar con ellos dos. Estaba a punto de acabarse, por su propia culpa.
—Al firmar el contrato, acordamos una duración de cinco álbumes —dijo después de un par de saludos cordiales. Sin rodeos, como lo había hecho desde que tenían diecisiete años. —Por eso os he citado aquí.
Martin lo sabía. Había estado esperando por los últimos mil setecientos ochenta días el momento en que Chiara aparecería en su vida para arrastrarlo de vuelta a esa maldita ciudad. Le sorprendió la paz con la que transcurrieron los años, pero nunca confió, su propia soledad volviéndose más y más densa a medida que pasaba nocheviejas sentado frente a la televisión con la caída de la bola en Times Square en la pantalla y a veces con una canción de Silver Springs en la lista de reproducción. Veía los fuegos artificiales a solas en su terraza, bebiéndose una botella de whiskey y preguntándose qué final trágico de estrella de rock lo esperaría antes de tener que volver a meterse en un estudio con la persona que más y menos quería ver en la vida.
Había sobrevivido, sorprendentemente.
Juanjo, por su parte, tenía la esperanza de que las reglas fiscales se moldearan a su favor y Harmony decidiera olvidar la cuenta que tenían pendiente. Había construido con esfuerzo una vida aburrida y normal, con Ruslana dormida del lado izquierdo de la cama, un trabajo de escritor fantasma que no necesitaba, un grupo de amigos pijos que hacían barbacoas todos los domingos y le preguntaban cuando iba a hacerle la gran pregunta a su novia. Salía a correr con su perro durante las mañanas, cenaba con su hermano cada viernes, y compartía un paquete de cigarrillos con su chica en el sillón casi cada noche mientras veían temporadas regrabadas de Love Island.
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SILVER SPRINGS [M +J]
Fanfic[Majos Fanfiction] Además del duo musical más icónico de su generación y dos estrellas de rock con fama de mujeriegos, Martin y Juanjo son mejores amigos. Bueno, al menos hasta que un beso lo arruina todo.