7 - Babylon

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FEBRERO, 2019.

Era el peor momento para que todo le estuviese estallando en la cara.

—¡Buenas noches, Las Vegas! —la voz de Martin acarició el micrófono, y Juanjo aporreó las cuerdas metálicas de su guitarra sin quitarle los ojos de encima, intentando no pensar en esas caderas contra las suyas la noche anterior. —Nosotros somos Silver Springs, y esto es "Babylon".

"Ni una palabra más sobre el tema" había advertido Chiara horas atrás, después de una tarde razonando con el departamento legal para reparar el asunto de su ex novia, y ahora Juanjo estaba ahí, rasgando su camino a través de un concierto donde cada rostro borroso lo estaba analizando muy de cerca. Ahora estaba observando a Martin moverse sobre el escenario tras haber pasado la noche entera despierto, admirándolo mientras dormía.

Lo habían jodido todo. Era esa diferencia entre ansia y amistad lo que sostenía su relación de un hilo, y en el fondo él siempre supo que este día llegaría. Como los bosques de California, Martin parecía estar constantemente en llamas, ardiendo y atrayendo al mundo entero a arder con él. Y la realidad es que, para la mala fortuna de su cordura, Juanjo siempre fue propenso a quemarse.

Se agachó para levantar su vaso de whiskey esperando junto al pie de micro y dio un trago largo antes de cantar. Había arrastrado a su mejor amigo a algo de lo que se había esforzado en protegerlo, y eso era lo que más lo jodía; que ignorarlo no duraría para siempre, porque había nacido para ir detrás de él. Que Martin tendría preguntas que Juanjo no podría contestar con mentiras porque en el fondo se estaba muriendo por decirle la verdad. Que no sabía si sería capaz de mantener sus manos para sí mismo tras haber traicionado su prudencia una vez, tras haber dejado una marca en su mandíbula que ahora podía ver bajo los reflectores.

A penas sobrevivió al concierto, y la fiesta de después fue un compromiso al que tuvo que forzarse.

Mientras observaba a su compañero de banda charlar con una fan que su baterista había conseguido colar, fumó tanto que comenzó a sentir nauseas en cada calada. Su problema era que no solo quería follar con él, sino quedarse a dormir una vez saciadas las ganas. Quería encerrarlo en su habitación por días, semanas, meses con el único propósito de escuchar su voz hablando, cantando y luego gritando de placer. Lo quería todo, y eso no solo lo hacía un imbécil avaricioso, sino un completo ingenuo.

Afectado por algo más que el alcohol, se metió al baño con un portazo y abrió el grifo rápidamente para lavarse la cara. ¿Sabría Martin que lo había aniquilado permanentemente, o todo aquello era otro juego para él? Habían escrito una canción sobre una química sexual que no deberían estar compartiendo, sobre un orgasmo frustrado que había estado por horas atrapado en sus gargantas, anhelando terminar lo que habían empezado. Exasperado, metió la cabeza bajo el chorro, aliviado por el frío en sus mejillas.

—Sí sabes que estás en el baño de mujeres, ¿verdad? —una voz femenina lo sobresaltó, y subió la mirada hacia el espejo, encontrando a una chica pelirroja detrás de él. Su rostro le resultó familiar, pero no consiguió recordar dónde la había visto antes. —No es que el hecho de que me escucharas mear me importe demasiado, pero supuse que querrías tener tu crisis de ansiedad en el sitio correcto.

Sus movimientos fueron tan sigilosos mientras se acercaba al lavabo que Juanjo temió estársela imaginando. La chica dejó su vaso sobre la encimera para lavarse las manos, detallando su rostro a través del reflejo.

—Luces fatal—dijo en un murmullo, y la normalidad en su voz que solo podría significar que entendía esos niveles de tormento. —¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? ¿Un vaso de agua? ¿Meterte los dedos en la garganta para que puedas vomitar?

SILVER SPRINGS [M +J]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora