Capitulo 68:

4 0 0
                                    

Frente a nosotros, el muro se extendía en ambas direcciones, pero lo que captó nuestra atención fue la multitud de personas congregadas fuera de él. Había hombres, mujeres y niños, todos sosteniendo carteles y pancartas, sus voces resonando en el aire con una mezcla de desesperación y esperanza. “¡Déjennos entrar!”, “¡Queremos seguridad!”, gritaban algunos de los letreros.

Por un momento, nos quedamos atónitos. Habíamos estado tan centrados en nuestra propia supervivencia que no habíamos considerado cuántos otros estarían en la misma situación.

“Parece que no somos los únicos buscando un refugio seguro”, comentó Newt, mirando a través de la ventana con una expresión de asombro.

Bajamos de la camioneta con cautela, el sonido de nuestras pisadas mezclándose con el clamor de la multitud. La tensión era palpable, pero también había un sentido de comunidad entre todos aquellos extraños, una conexión compartida por la misma necesidad de hallar un lugar al que llamar hogar.

El aire estaba impregnado de incertidumbre, pero también de una innegable esperanza. Nos miramos entre nosotros, compartiendo una comprensión silenciosa de que habíamos llegado a un cruce de caminos.

Al ponerme en la tierra, sentí un ligero temblor de emoción. Thomas se acercó y tomó mi mano, sus dedos entrelazándose con los míos. “No te separes de nosotros, _____”, dijo, su voz amable pero firme.

La multitud era densa, y aunque había una atmósfera de camaradería, también había un caos subyacente mientras la gente intentaba hacerse oír entre el tumulto. Podía sentirme diminuta en medio de tantas personas, pero la calidez de la mano de Thomas me ofrecía un ancla en medio de la tormenta.

Minho, con su característica calma bajo presión, se adelantó para guiarnos. *
“Vamos, sigamos adelante. No podemos perdernos entre esta multitud”.

“¡Apresuren el paso, alguien nos sigue!”, gritó Newt, su voz teñida de urgencia.

Mi corazón dio un vuelco mientras mirábamos hacia atrás. Había un grupo de hombres avanzando entre la multitud, su presencia era inconfundible. Vestían chalecos oscuros y portaban armas que parecían demasiado grandes y amenazantes en sus manos. No era difícil distinguirlos en medio de la muchedumbre, ya que las personas a su alrededor se apartaban instintivamente, creando un camino abierto para ellos.

“¡Maldición!”, exclamó Minho, lanzando una rápida mirada hacia nosotros. “No podemos dejar que nos alcancen.”

La multitud continuaba con su bullicio, ajena al peligro inminente que se cernía sobre nosotros. Pero para nosotros, cada paso resonaba como un trueno en nuestros oídos. La sensación de ser cazados, de estar a punto de perder la libertad que con tanto esfuerzo habíamos ganado, era aterradora.

Apreté la mano de Thomas con fuerza, buscando en su contacto una fuente de valor. Podía sentir la determinación en sus dedos mientras me guiaba a través del caos, su mirada fija en el frente mientras buscábamos una forma de escapar.

“Por aquí, rápido”, sugirió Thomas, tirando de mí hacia un callejón estrecho que se abría a un costado de la multitud. Era una vía de escape improvisada, un camino oculto que esperaba nos llevaría lejos de nuestros perseguidores.

Newt, Minho y Sartén nos siguieron de cerca, moviéndose con agilidad a pesar del entorno desconocido. El miedo nos daba alas, y el deseo de sobrevivir nos mantenía juntos, un equipo unido por un objetivo común.

Los sonidos de la multitud se desvanecieron gradualmente mientras nos adentrábamos más en el callejón. Las paredes estrechas reverberaban con el eco de nuestros pasos apresurados, y el aire estaba impregnado de la humedad característica de los lugares olvidados.

“Debemos encontrar una salida antes de que nos atrapen”, susurró Sartén, su voz apenas audible entre nuestras respiraciones entrecortadas.

A medida que avanzábamos, podíamos escuchar el distante murmullo de los hombres armados que nos seguían. Sabíamos que no podíamos bajar la guardia ni por un momento. El tiempo era esencial, y cada segundo perdido podía significar la diferencia entre escapar y ser capturados.

La tensión era palpable, pero también lo era la esperanza. Sabíamos que mientras estuviéramos juntos, mientras mantuviéramos nuestra determinación, teníamos una oportunidad de salir de esta situación.

“Por aquí, creo que hay una salida”, señaló Minho, señalando un pequeño arco que se abría en la pared al final del callejón.

Sin dudarlo, nos dirigimos hacia él, cada uno de nosotros impulsado por el instinto de supervivencia. El camino estaba lleno de obstáculos, pero los superamos con la misma tenacidad que nos había llevado a este punto.

Finalmente, llegamos al arco, y al otro lado nos esperaba un mundo completamente diferente. La luz del sol nos cegó por un momento, pero nos recibió con su cálido abrazo, un recordatorio de que aún estábamos vivos, aún teníamos una oportunidad.

Dimos unos pasos en el nuevo paisaje, y el alivio comenzó a inundar nuestros cuerpos. Habíamos escapado, al menos por el momento.

“¿Crees que perdimos a esos tipos?”, preguntó Newt, su voz aún entrecortada por la adrenalina.

“Espero que sí”, respondió Thomas, soltando un suspiro de alivio. “Pero debemos mantenernos en movimiento. No podemos bajar la guardia ahora.”

Nos miramos unos a otros, compartiendo un momento de alivio silencioso. Habíamos superado otro obstáculo, y la sensación de logro era tangible en el aire.

Mientras retomábamos nuestro camino, sabíamos que aún quedaba un largo camino por recorrer, pero estábamos decididos a enfrentar lo que viniera. No podíamos permitirnos renunciar ahora. El mundo estaba lleno de desafíos, pero también de posibilidades.

Caminamos juntos, un equipo unido por la esperanza y el deseo de un futuro mejor. Con cada paso, nos acercábamos más a la libertad que tanto anhelábamos, dejando atrás el peligro y avanzando hacia un nuevo horizonte lleno de promesas.

Continuamos con nuestro avance, sabiendo que la verdadera batalla apenas comenzaba, pero también con la certeza de que estábamos listos para enfrentarla.

Cuando creíamos haber perdido a los que nos seguían, la situación dio un giro inesperado. Nos rodearon de repente, sus figuras oscuras y amenazantes emergiendo de las sombras con una precisión alarmante. Mi corazón latía con fuerza, y un nudo de miedo se formó en mi estómago. Sin embargo, en ese momento de desesperación, decidí que no me rendiría sin luchar.

Hasta que te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora