"Destino Perfumado"

13: "Una Decisión No Tomada"

La cena había sido extrañamente lenta, pero normal. Pansy y Blaise no paraban de hablar, sus voces eran un murmullo constante en el fondo mientras Draco, con el ceño fruncido, observaba por el rabillo del ojo cómo Luna comía sin preocupaciones, como si la vida no le pesara en lo absoluto. No podía evitar pensar en cómo esa chica de cabello rubio desordenado le irritaba y divertía en partes iguales. Era algo tan fuera de lo común para él, tan extraño y fascinante, que no podía evitar preguntarse qué otras cosas escondería.

La cena finalmente terminó, y Draco, inconscientemente, buscaba con la mirada una cabellera desordenada en el Gran Comedor. "¿Qué demonios estoy haciendo?", se preguntó mientras su pierna se movía impaciente bajo la mesa. Pansy y Blaise continuaban charlando, sin percatarse de la creciente inquietud de Draco, quien miraba de reojo la mesa de Gryffindor donde anteriormente estaba Luna. Sin embargo, ella ya no estaba allí. "¿Estará en el lago?", pensó. "Claro que está en el lago. Esa extraña pequeña siempre hace lo que quiere".

Sin pensarlo más, su cuerpo se movió antes de que su mente lo alcanzara, y se levantó abruptamente, alejándose del comedor sin previo aviso. Su mente estaba en blanco mientras caminaba, con los labios apretados por el nerviosismo y la incertidumbre. "¿Por qué iría al lago? Lovegood es solo una chiflada... Ir al lago sería mi sentencia. Si voy, no me la quitaré de encima jamás", reflexionaba mientras se detenía, indeciso, en el camino. Sin embargo, su cuerpo parecía tener una voluntad propia, negándose a obedecer a su mente, y en breve ya estaba frente al lago.

Observó el entorno rápidamente, buscando algo, o más bien a alguien, a quien se negaba a admitir que quería ver. Se detuvo en seco, sus ojos grises, normalmente sombríos, destellaban con un brillo contenido. A una orilla del vasto lago oscuro, se encontraba una pequeña figura, con cabellos dorados que caían en ondas hasta más allá de su cintura. Luna estaba allí, con la mitad de las piernas hundidas en el agua, completamente absorta en la serenidad del lugar.

El aire impregnado de un aroma fresco y ligeramente terroso, mezclado con la fragancia de las plantas que crecían en la orilla. Draco se quedó inmóvil, sintiendo una mezcla de curiosidad y frustración. "Por supuesto que no era una tranquila observación al lago", pensó con una media sonrisa. "Es Lovegood, después de todo."

-¡Ejem! -Se aclaró la garganta-. ¿No crees que el invierno es suficiente desafío como para meterte a un lago helado a mitad de la noche? -Cuestionó mientras se acercaba a la orilla, donde Luna se encontraba.

Luna, que parecía sentir su presencia a pesar de no haberlo mirado, levantó la vista hacia el cielo estrellado antes de girarse lentamente hacia él.

-No podré ver a los Grindylow a menos que esté en el lago -explicó mientras se sumergía aún más en el agua-. Ven, tú también debes meterte.

-Estás loca -decretó Malfoy mientras daba un paso hacia atrás en rechazo-. No haré el ridículo.

-¿Por qué te importa tanto lo que los demás piensen? -preguntó Luna, su voz un susurro suave-. Aquí, no hay nadie más que nosotros.

Las palabras de ella resonaron en su mente. El rubio lanzó miradas furtivas a su alrededor, confirmando que no había nadie. -A diferencia de ti, me importa mi salud. No me meteré al lago a congelarme -dijo.

Luna lo observó con una mezcla de serenidad y curiosidad, sus ojos brillando con la luz tenue de la luna que se reflejaba en el lago. A pesar del rechazo de Draco, no parecía desalentada. Con una sonrisa suave, casi imperceptible, se giró hacia el agua y continuó caminando hacia el centro del lago, hasta que el agua le llegó a la cintura.

Draco la observó con escepticismo, cruzando los brazos en un gesto desafiante. No podía entender qué tenía en la cabeza esa chica. "Definitivamente está loca", pensó, aunque una parte de él no pudo evitar sentirse intrigado por su valentía, por su indiferencia ante lo que cualquier persona razonable consideraría una tontería.