Habían pasado unos cuantos minutos caminando en silencio, o eso era lo que ellos creían. El cielo pronto se oscureció sin que siquiera lo notaran. Draco levantó la mirada, algo que no hacía desde hacía tiempo, pues no solía tomarse el tiempo para contemplar el cielo. Pero esta vez, sin querer, había descubierto un nuevo tipo de belleza y placer que la vida le regalaba.
La luna sobresalía en el cielo nocturno, brillando con una intensidad despampanante. Sus destellos violetas se extendían como pinceladas sobre el horizonte, creando un espectáculo celestial que parecía inverosímil. Con la respiración aún acelerada por la reciente carrera, se detuvo un momento para observarla.
Su mirada se perdió en la luna, la misma que bañaba el Sauce Boxeador con una luz etérea. Había algo casi hipnótico en esos destellos violetas, como si el cielo estuviera pintado especialmente para esa noche, para ese instante. El viento, ahora más suave, jugueteaba con su cabello, y por un momento, sintió una extraña calma que contrastaba con el caos que acababan de vivir.
A pesar de sí mismo, se permitió un respiro, llenando sus pulmones con el aire fresco de la noche, mientras sus ojos seguían atrapados por la belleza de la luna. Había algo inquietantemente sereno en esa escena, una quietud que contrastaba con la tormenta de emociones que aún luchaban en su interior.
Draco se volvió hacia Luna, quien también miraba el cielo, como si compartieran un entendimiento tácito. En ese instante, la distancia emocional que siempre había mantenido con los demás, incluso con ella, pareció desvanecerse. Se encontró hablando con Luna de una manera que nunca antes había experimentado, con una naturalidad que lo desarmaba.
-Eres... rara -dijo el, dejando escapar un suspiro mientras la observaba, una mezcla de curiosidad y desconcierto en sus ojos.
La rubia giró la cabeza hacia él, una pequeña sonrisa curvando sus labios mientras respondía con la misma sencillez de siempre:
-Tú también.
Draco soltó una risa inesperada, sorprendiéndose a sí mismo por lo genuina que sonó. Había algo en la ironía del momento que le resultaba casi cómico.
-Vaya, gracias -replicó, fingiendo ofensa-. Pero, en serio, ¿de dónde sacas que puedes calmar al Sauce Boxeador? No es que cualquier persona sensata decida acercarse a él. Aunque... -hizo una pausa, inclinando ligeramente la cabeza-, supongo que una Ravenclaw tiene que saber cosas como esas, ¿no?
Luna mantuvo su mirada fija en él, su expresión tan serena como siempre, pero con un brillo de diversión en sus ojos.
-Lo escuché de mi padre. Sabía cómo calmar al sauce, así que simplemente lo hice.
Draco la observó un momento más, su expresión suavizándose ligeramente.
-Eres... diferente -murmuró finalmente, como si la palabra apenas arañara la superficie de lo que realmente quería decir.
La charla que siguió fue sorprendentemente normal, lo que resultaba, en sí mismo, desconcertante. En unos minutos, supo que a Luna le gustaba el pudin más que cualquier otra cosa, excepto, claro, por su conocimiento algo confuso pero apasionado sobre las criaturas mágicas. Y aunque Draco no era alguien que se interesara por los gustos triviales de los demás, algo en la manera en que ella lo decía lo hizo prestar atención.
-Me gusta mucho el violeta, es mi color favorito -dijo Luna, sin apartar la vista del cielo nocturno, que seguía brillando en ese tono casi místico.
Draco no pudo evitar notar cómo ese detalle se alineaba con los destellos que iluminaban el cielo. Era como si, de alguna manera, la noche misma se hubiera vestido de los colores que ella amaba, reflejando en el cielo esa parte de Luna que hasta ahora él había ignorado.
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"Destino Perfumado"
FanfictionLuna Lovegood siente una extraña y atrayente sensación cuando está cerca de Draco Malfoy, un misterio que no descansará hasta desentrañar. Decidida a descubrir por qué tiene ese efecto sobre ella..☪️🐍