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Draco Malfoy, además de enfadado, lucía expectante, buscando una explicación para la incertidumbre del momento. Se inclinó un poco más hacia adelante, sus ojos grises destellando con una mezcla de enfado y curiosidad. La humedad del pasillo parecía intensificarse con cada respiración pesada, y su mirada inquisitiva buscaba intimidar a Luna. Ella, sin embargo, permaneció inmóvil, observándolo con una tranquilidad inquietante que parecía calar en los nervios de Malfoy.

-¿Acaso eres sorda, Lovegood? ¿Qué demonios hacías? -espetó, su voz reverberando en el pasillo vacío, mientras el eco acentuaba su tono.

Luna miró hacia el techo, como si buscara una respuesta en las viejas piedras, y con la misma serenidad, respondió:

-Hola, Draco. Solo estaba olisqueando tu aroma. Hueles bien -confesó sin rastro de vergüenza.

Draco se quedó atónito, levantando una ceja y abriendo ligeramente la boca, tratando de procesar sus palabras. Sentía cómo una mezcla de desconcierto y rabia se acumulaba en su pecho, una sensación que le resultaba extrañamente incómoda.

-¿Estás loca? ¿Eres un perro o algo así?

-Lunática -replicó, su tono cargado de incredulidad, mientras su mandíbula se tensaba visiblemente.

Luna se encogió de hombros, sus grandes ojos plateados fijos en los de Draco.

-Eres bastante maleducado, ¿sabes? -dijo en un regaño tan suave, como lo era su voz.

Una pequeña mueca apareció en los labios de Draco, mientras su ceño permanecía fruncido. La situación le resultaba incomprensible y perturbadora. ¿Acaso esa escuálida y excéntrica Lovegood se estaba burlando de él? El sonido de las goteras resonaba en el pasillo, creando un eco que parecía acentuar el tenso ambiente.

De repente, se escucharon unos pasos, y para la desgracia de Luna, se trataba de Pansy Parkinson y Blaise Zabini. El suelo de piedra bajo sus pies parecía amplificar cada movimiento, y el aire denso del pasillo se llenó del olor a perfume caro de Pansy. Ambos llegaron rápidamente a la escena, ignorando la presencia de Luna como si fuera un molesto obstáculo.

-¡Puaj! ¿Qué haces hablando con Looney? -exclamó Pansy, su tono impregnado de desdén, mientras su mirada despectiva se posaba en Luna.

Draco miró a Luna con desaire y se limitó a permanecer en silencio. Sabía que no había ningún beneficio en ser visto con ella; de hecho, podría arruinar su reputación, algo que le importaba más de lo que le gustaba admitir.

-Ignórenla, creo que perdió el último rastro de cordura que tenía -bufó Draco, su voz teñida de sarcasmo mientras se giraba para irse.

Luna, sin inmutarse, los observó con su habitual tranquilidad, aunque una pequeña chispa de frustración comenzó a encenderse en su pecho. Justo cuando pensaba que la situación no podía empeorar, sintió cómo una mano tan rápida como la mordida de una serpiente le arrebataba el frasco con la poción. El corazón le dio un vuelco, y una oleada de ansiedad recorrió su cuerpo al ver que Pansy, con una sonrisa arrogante, lo sostenía en alto.

-¿Qué es esto? ¡Mira, Draco! ¡Es una poción! Tú eres bueno en esto, ¿cuál es? -exclamó Pansy, con una diversión maliciosa en su voz, mientras agitaba el frasco frente a sus amigos.

Draco, con el ceño fruncido y una expresión de fastidio, tomó el frasco de la mano de Pansy. El vidrio frío contrastaba con el calor que comenzaba a acumularse en sus mejillas, producto de la frustración. Observó el contenido con desconfianza, y sus ojos, ahora oscuros por la sombra de la duda, se posaron en Luna. Blaise, riendo a carcajadas, se acercó para olfatear el frasco.

-¿Es Amortentia? ¡Demonios, amigo, creo que Looney está enamorada de ti! -bufó el moreno, su voz retumbando en el pasillo, mientras una risa estridente escapaba de sus labios.

-¿Quéee? -gritó Pansy exageradamente, con una mezcla de burla y horror. Se acercó a Luna, acorralándola contra la pared.

-¿Querías darle Amortentia a Draco, bruja tramposa?

Luna, aunque algo aturdida por la situación, mantuvo la compostura en todo momento. Respiró hondo, el aire helado llenando sus pulmones, y se enderezó, dando tres pasos hacia adelante hasta quedar frente a frente con Draco.

-¿Puedes devolverme mi frasco, por favor? -musitó con serena tranquilidad, su voz firme pero suave, dirigiéndose al rubio y sin prestar atención a los demás.

Draco levantó las cejas con una mezcla de sorpresa y superioridad, y una pequeña pero arrogante sonrisa se dibujó en sus labios. Sin apartar la vista de Luna, abrió el frasco y, con un gesto deliberadamente lento, lo inclinó, dejando que el contenido se derramara sobre el frío suelo de piedra. Los ojos de Draco no se apartaban de los de Luna, buscando una reacción, una grieta en su calma imperturbable.

-Ni lo sueñes. Supongo que soy un justiciero ahora, ya que estoy impidiendo que alguien caiga en desgracia tomando el contenido de este frasco y por consecuencia se enamore de ti -espetó con malicia, disfrutando del breve destello de inquietud en los ojos de Luna.

Los demás reían a carcajadas mientras se alejaban junto a Draco, sus pasos resonando en el pasillo vacío. La risa de Pansy, aguda y penetrante, resonaba en las paredes de piedra, mientras Blaise se mantenía cerca de Draco, intercambiando miradas cómplices.

Luna miró el suelo y sintió una ola de frustración inundar su corazón. Su plan había salido terriblemente mal. Se arrodilló en el frío suelo de piedra, sintiendo la humedad que se filtraba hasta sus huesos. Aún desde esa distancia, podía percibir el aroma de la poción derramada, el dulce perfume de la Amortentia que evocaba el inconfundible olor de Malfoy. Cerró los ojos, dejando que la amarga realidad de su fracaso se asentara en su mente, mientras el aroma se mezclaba con la fría sensación de derrota que la envolvía.

"Destino Perfumado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora