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La tarde se colaba suavemente a través de los ventanales de la biblioteca de Hogwarts, bañando el espacio con una luz dorada. Muchos alumnos ya estaban consagrados estudiando y algunos otros fingían que lo hacían, como Harry Potter y Ron Weasley, quienes solo tenían sus libros en la mesa mientras observaban el entorno con aburrimiento. Por otro lado, Luna Lovegood vagaba entre las estanterías, sus ojos claros explorando superficialmente los títulos de los libros. Finalmente, su mirada se detuvo en uno titulado "Travesuras y Traviesos: La Guía Definitiva de los Pixies de Cornualles". Situado en una de las estanterías más altas, la rubia se estiró para alcanzarlo. Sus dedos apenas rozaron el lomo del libro cuando este flotó súbitamente hacia arriba, como si estuviera jugando una travesura.

Con una sonrisa tranquila, Luna alzó de nuevo el brazo tratando de alcanzarlo. El libro levitó unos centímetros más hacia arriba, como si fuera un propio Duendecillo jugando con ella. Decidida, arrastró una pequeña escalera hacia la estantería y comenzó a subir con cuidado. Mientras ascendía, el libro hizo un movimiento rápido hacia la derecha, casi provocando que se tropezara. El ruido de los libros cayendo al suelo atrajo la atención de algunos de los presentes en la biblioteca, interrumpiendo el suave murmullo de las páginas pasando.

A unos metros, Draco Malfoy y sus amigos, Pansy Parkinson, Blaise Zabini y Theodore Nott, se habían acomodado en una mesa del centro. Harry y Ron, en una mesa cercana, observaban con desprecio a las serpientes. Sin embargo, fue Draco el único que notó la presencia de Luna. Algo en la situación lo ponía nervioso, pero no apartó la mirada de la rubia.

Mientras tanto, Luna seguía persiguiendo el libro juguetón, provocando que algunos libros cayeran al suelo en el proceso. El ruido y la vista de Luna casi tropezando hicieron que los estudiantes en la biblioteca estallaran en risas, especialmente los Slytherin.

-¡Vamos, Luna! ¡No dejes que te gane! -gritó Ron, aunque su tono era más de diversión que de preocupación.

Draco miraba con el rabillo del ojo, su expresión evidenciaba una combinación de incomodidad y algo más que no lograba identificar. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de ella, una sensación inexplicable le retorcía el estómago.

De repente, un estruendo se escuchó en la sala, captando la atención de aquellos que aún no observaban la escena. La rubia, enredada en su larga falda, tropezó y cayó al suelo con una pila de libros encima, derribando varios ejemplares en su caída. Los libros volaron en todas direcciones, y el sonido de los tomos golpeando el suelo resonó por toda la biblioteca. Carcajadas y quejas por el ruido llenaron el aire.

Draco, muy disimuladamente, y por supuesto Harry y Ron, observaron con los ojos abiertos de par en par. Luna, tumbada en el suelo, rodeada de libros como si fuera una pirámide de hojas. Un pesado tomo de "Encantamientos Avanzados" descansaba sobre su cabeza, mientras que varios libros más pequeños cubrían sus piernas y brazos. La situación parecía sacada de una comedia slapstick.

La rubia se halló tendida en el suelo, con la mirada perdida, parpadeando sorprendida. Por un momento, sintió el peso de los libros sobre ella y luego, con una risita suave, comenzó a levantarse.

-¡Auch! -respingó aún con su suave voz.

En un gesto tranquilo y sonriente, levantó triunfante el libro de los Duendecillos, su trofeo en esta peculiar batalla. Lentamente se quitó el "Encantamientos Avanzados" de la cabeza, como si estuviera levantando un sombrero pesado. Luego, empezó a deslizar los otros libros de sus extremidades.

Casi de inmediato, Harry se levantó para ayudarla, lanzando miradas de reproche a los Slytherin que aún se reían.

-Luna, ¿estás bien? -musitó él, agachándose para recoger un libro cercano.

"Destino Perfumado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora