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Bakugo veía aquella pintura que colgaba en el salón mientras las personas bailaban y disfrutaban del ambiente. En la pintura estaba plasmado él, cargando a sus dos cachorros mientras Todoroki estaba atrás de él con una enorme sonrisa.

— Muy linda.

— Katsuki, todos aman a nuestros cachorros. Los quieren conocer.— habló su alfa mientras sujetaba la mano de su esposo.

— Ya los vieron dos veces, ya es suficiente. Los cachorros lloran al sentir tantos olores a la vez.

Todoroki empezó a beber de su vino.— ¡Son de la emperatriz!— se levantó de su trono y corrió a la mesa de bocadillos dónde algunos invitados comían roles de canela que fueron preparados especialmente para su omega.

Bakugo se sintió avergonzado por la actitud de su esposo, al parecer el alcohol estaba haciendo efecto, su esposo se la había pasado bebiendo todo lo que encontraba a su paso.

Ahora Todoroki estaba hablando con el duque Saitō muy feliz.

— Es muy hermoso, tiene los ojos más bonitos que he visto.— habló con una boba sonrisa.

— Sus ojos son muy bonitos.— dijo Saitō con una sonrisa.

— Él es la definición de perfección, todo en él es perfecto, su aroma, su cuerpo, su piel, su cabello, tan perfecto ante mis ojos.— soltó un suspiro.— Gracias a él, nuestros cachorros son hermosos.

—¿No piensa tener concubinas?

Todoroki negó con levedad.— ¿Para qué quiero estar con omegas? Sí tengo a está belleza como esposo.— apuntó la pintura, dónde estaba su esposo pintado entre todas esas flores, cuadro que él mismo pintó.

— No me lo tome a mal, emperador, pero la emperatriz no siempre será joven.

El semblante de Todoroki cambió.— ¿Qué tratas de decir, Saitō?

— La emperatriz perderá su belleza algún día, también perderá fuerzas y estoy seguro que usted tendrá necesidades, lo mejor será tener una concubina.

Todoroki sin pensarlo dos veces, golpeó el rostro del duque.— ¡¿Cómo te atreves a hablar así de la emperatriz?! ¡¿Acaso quieres morir?!

— ¡Perdóneme! ¡Perdóneme! ¡Solo bromeaba!— gritó con miedo.

Las personas solo miraban la escena, algunos hasta se burlaban, ya todos sabían en el imperio que hablar o mirar mal a la emperatriz haría que el emperador Todoroki no tuviera piedad con quién osaba hablar mal de su omega.

— Estás arruinando la fiesta de mis cachorros e insultas a mi omega.— Todoroki tomó el traje del duque.— Mereces un castigo. ¡Guardias!

Saitō negó.— Perdóneme, por favor. Perdóneme, se lo suplico.

Cuando dos guardias llegaron hasta donde estaba  el emperador, este volvió a golpear el rostro del duque.— Llévenlo al calabozo, más tarde tendrá su castigo.

Bakugo se levantó de su trono al ver tal escena, indicándole a Camie que cuidara de sus cachorros. Después se dirigió a su esposo, quién estaba gritando tonterías.

— ¡Nadie va a hablar mal de mi omega!

— Shoto, deja de hacer un escándalo, asustarás a los cachorros.— habló con voz neutral y firme.

Todoroki se acercó a su esposo y lo abrazó antes de volver a gritar.— ¡Yo no le doy órdenes a la emperatriz! ¡Ella me ordena a mí!

El omega se sintió avergonzado y solo jaló el cuerpo de su esposo hacia un lugar privado.

— Shoto, estás muy borracho.

— Cariño, ¿Por qué no fuiste a proteger lo qué es tuyo?— hizo un mohín mientras se acurrucaba en los pechos del omega.

Bakugo alejó al alfa.— ¿De qué hablas?

— Una omega me estaba tocando mucho y se me insinuaba, debes marcarme. Rápido, márcame.— intentó quitarse su traje pero el omega no se lo permitió.

El bicolor soltó una pequeña risa.— Ya tienes mi marca, tonto.

Todoroki tocó su marca.— Soy tuyo y tú eres mío.

— Así es, soy tuyo y tú eres mío.— tomó el rostro del bicolor.— Estás muy borracho, hoy no entrarás a mi nido.

Todoroki soltó un quejido.— No, cariño, dejame entrar a tu nido, por favor.— suplicó con un puchero.

— Está bien, pero báñate. Apestas horrible, tienes el aroma de casi todos los invitados y a los cachorros no les gustará eso.
        

      
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Bakugo estaba en la cama acostado con sus dos cachorros mientras esperaba a su esposo. Este entró a la habitación minutos después ya bañado.

— ¿A qué huelo?— cuestionó sentándose al lado de Bakugo.

— A coco y almendras.

Todoroki hizo un puchero.— ¿Estás enojado?

— ¿Qué te hace pensar que estoy enojado?

— No me has dado besitos. A veces siento que me dejaste de amar.

Bakugo abrazó a su esposo.— No te he dejado de amar, Shoto, solo que estos días me he sentido extraño y no sé cómo comportarme contigo.— soltó un pequeño suspiro.— Me he sentido muy inseguro con mi cuerpo, gracias a qué estuve comiendo en exceso roles de canela. Durante mi embarazo subí mucho de peso, ya no estoy delgado como antes y siento que dentro de poco vas abrir de nuevo tu harem. No quiero eso.— empezó a llorar debido a que llevaba semanas queriendo desahogarse.— No fui muy sentimental en el embarazo pero ahora siento que puedo llorar de solo ver una mosca morir.

Todoroki se aferró al cuerpo del omega.— Nunca te voy a cambiar, eres mi predestinado, mi omega, mi emperatriz, la madre de mis cachorros. No me importa sí subes o bajas de peso porque te seguiré amando sin importar qué.— se separó un poco del rubio para verlo a la cara.— Me he enamorado completamente de ti y seguiré enamorado de ti hasta el día que muera. Además, con el tiempo no me veré como actualmente, los años acabarán conmigo y quiero que estés a mi lado toda mi vida.

— Shoto.

— No tengo ojos para nadie más, ante mis ojos eres la obra de arte más bella de este imperio y eso lo puedes ver en mis pinturas.

Bakugo sonrió levemente.— Mi lobo se siente muy feliz, gracias por tus lindas palabras.

— Te amo, omega. No quiero que dudes de mi amor, recuerda que te pertenezco.— bajó un poco su camisa para que el omega viera su marca.

Bakugo se sentía muy feliz y tranquilo.— Te amo, Shoto. Te amo mucho.

El Omega del emperador Todoroki  [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora