Pasaron los meses (al rededor de seis) y Tanjirou, Inosuke y Zenitsu ya estaban aptos para volver a las misiones, Kamado fue el último en despertar, y lo primero que hizo fue ir a hablar a la casa Rengoku para dar el mensaje qud habia dejado Kyojurou antes de caer en coma. Le había ido bien en la finca Rengoku, pero al volver se topó con Haganezuka, su herrero, y no estaba precisamente muy feliz.
El herrero estuvo persiguiendo a Kamado durante toda la tarde, después de unas buenas horas, Aoi logró ayudarlo a esconderse.
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⊹ ︶⏝⭒ ⊹ ⭒⏝︶ ⊹—¡Nosotros iremos en su lugar! —gritó el pelirrojo frente al pilar—.
—Hmm… no lo sé.
—Somos cazadores hábiles, le seremos de ayuda en batalla.
El pilar los miró un momento y finalmente aceptó. Ellos tenían una nueva misión en el famoso «Distrito Rojo». La noticia no tardó en llegar a Giyū, quien estaba hablando con Takeshi.
—¿Le preocupan los niños? —preguntó ladeando la cabeza para que Kiisho le hiciera una trenza—.
—Si… el distrito rojo no es un lugar para niños de dieciséis años.
—Tiene razón, ¿quiere que los acompañe?
—¿Estás seguro? Debes estar ocupado.
—No tengo misiones aún, y estoy seguro de que el patrón aceptará.
—Bien, muchas gracias, Hakanī-san.
—No hay problema, Señor. —asintió—.
—¿Te tienes que ir? —dijo triste el pequeño—.
—Si, tengo algo que hacer.
—¿Por cuánto tiempo? —se acercó y lo jaló de la ropa—.
—No lo sé, una semana o menos.
—Oh… —agachó la cabeza.— ¿No puedo ir?
—Tu padre acaba de decir que no es lugar para niños de dieciséis.
—¿Y tú cuántos tienes?
—¡Kiisho! ¡No seas maleducado! Él es mayor que tú, tienes que tener respeto.
—Bieen… ¿Usted cuantos años tiene?
—Jaja, no hay problema, Señor Tomioka. —sonrió y acarició el cabello del niño.— Y tengo veinte años, niño.
—Woahh, ¿y cuando cumple veintiuno?
—El tres de noviembre.
—Faltan varios meses aún.
—Asi es. —asintió mientras veía al pequeño.— Bueno, yo me tengo que ir ya. Le informaré lo que ocurra, señor.
—Nuevamente te agradezco, Hakanī-san. —asintió de vuelta y se despidió del pilar—.
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—¿Entonces tú también vienes con nosotros?
—Exacto, señor Uzui.
—Pero no solicité a nadie.
—El patrón consideró que seré útil.
—Bien, te diré que hacer después.