WOHOOOO, YA LLEVAMOS 20 CAPITULOS Q EMOCIÓN 😭😭😭😭
/ᐠ˵- ⩊ -˵マAmbos pilares se encontraban entrando a la finca cuando los perros de Sanemi se acercaron para recibirlos, aunque fueron completamente ignorados. El albino tomó la mano de Giyū y lo llevó hasta la habitación, dónde el azabache se colocó encima de él, besando su cuello con suavidad. Sanemi rió ligeramente, pero su respirar algo discontinuo demostraba que sabía dónde estaba llegando esto.
—¿Que haces? —preguntó con un dejo de diversión mientras sentía como Giyū respiraba contra la nuca del peliblanco—.
—Intento distraerme para no ir muy rápido, aunque no es fácil si cedes de esa manera. —respondió y lo miró, se acercó para capturar los labios del otro en un beso—.
La mano de Giyū vagó por el pecho de Sanemi, abriendo la yukata. Sanemi no se quedó atrás, al notar lo que el ojiazul hacía, imitó sutilmente sus movimientos, pero siendo más rápido y quitando completamente la parte superior del kimono del otro.
—Prefiero que vayas rápido, he estado esperando esto desde hace seis meses. —Enrrolló sus brazos en el cuello de Giyū, atrayendolo.— Espero recibir una buena recompensa al menos.
—Supongo que es justo, te hize aguantar demasiado. —sonrió y besó a Sanemi una vez más. Al separarse, sus ojos se posaron en el cuello del otro, justo cuando iba a dejar la segunda marca, escuchó como algo picoteaba la ventana.— Carajo… —gruñó en voz baja al ver al cuervo de Sanemi—.
—Mierda, ya se a que viene… —suspiró y se levantó para dejar entrar al pájaro—.
—Shinazugawa Sanemi, nuevamente debes ir al santuario de la familia Tasuyaki. —habló el cuervo, agachó la cabeza, esperando que Sanemi gritase como siempre—.
El pelinegro se acercó y colocó sus manos en la cintura de Sanemi, apoyó su rostro en el hombro del albino y chasqueó la lengua.— Está bien. —asintió el de ojos lila—.
—Lo vendré a buscar en cinco minutos. —dió un ligero salto y aleteó las alas—.
El pilar abrió la boca para responder, pero Giyū por detrás tocó su nuca, justamente dónde Sanemi permanecía con la pequeña quemadura del día anterior, provocando un quejido suave en el menor, que fácilmente pudo confundirse con un gemido. El cuervo lo miró algo nervioso y salió por la ventana.— M-mejor en veinte. —tartamudeó antes de irse—.
—Maldición… eres un imbécil, me dolió. —murmuró cerrando la ventana—.
—No creí que siguiera estando sensible la piel de ahí, lo lamento, amor. —se disculpó en voz baja—.
—Claro que sigue sensible, apenas me pasó aye-… ¿Me dijiste amor?
—Uh, no, te dije Sanemi.
—Estoy totalmente seguro que me dijiste "amor".
—Nope.
—Mmmm… —lo miró de reojo.— Dime la verdad, por favor Giyū. —acarició el cabello del azabache, tratando de persuadirlo—.
—Está bien, se me escapó, perdón. —hundió su rostro contra el hombro de Sanemi—.
—Eres muy facil de manipular.
—En verdad no, solo que no puedo resistirme a tí. —sonrió y besó el cuello del albino otra vez—.
—Tks… —apartó la mirada y un ligero rubor subió sus mejillas.— De todas maneras no me molesta.