Capítulo 9

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Me desperté con una nueva determinación. Sabía que tenía que enfrentar a Vanessa tarde o temprano y demostrar que sus acusaciones eran falsas. No dejaría que una mentira destruyera mis sueños y mi futuro. Con la fortaleza que me brindan mis seres queridos y la certeza de mi inocencia, me sentía lista para luchar por lo que era justo y recuperar mi vida.

No pasó mucho tiempo antes de que mi teléfono comenzara a sonar. Eran Kai y Sofía. Contesté, y antes de que pudiera decir algo, ambas comenzaron a hablar al mismo tiempo, sus voces llenas de preocupación.

—¡Zoe! —dijo Kai—. Nos enteramos de todo. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

—¿Qué pasó exactamente? —preguntó Sofía—. ¡Estamos aquí para lo que necesites!

Sentí un nudo en la garganta al escucharlas, pero me obligué a mantener la calma. Les conté todo lo sucedido: cómo me sentí al enterarme de las acusaciones falsas, el miedo a las consecuencias y cómo había pasado la noche anterior con mis padres, planificando los próximos pasos.

—Esto es una locura —dijo Kai, con indignación en su voz—. No podemos dejar que Vanessa se salga con la suya. Sofía y yo ya estamos preguntando a los demás compañeros si han oído algo raro.

—Sí, no te preocupes, Zoe —añadió Sofía—. Vamos a hablar con todos los que podamos en la universidad. Si alguien vio o escuchó algo que pueda ayudarte, lo encontraremos.

Me conmovió la dedicación de mis amigas. Sabía que podía contar con ellas en esta situación tan difícil. Les conté mis planes: durante esta semana de suspensión, me dedicaría a buscar pruebas que demuestren mi inocencia. Revisaría mis mensajes y correos, hablaría con mis compañeros para ver si alguien había visto u oído algo sospechoso, y trataría de recordar cada detalle que pudiera ayudarme a desenmascarar a Vanessa. Incluso consideraba hablar con un experto en tecnología para rastrear el origen de los videos y fotos falsificados.

—Tu plan es sólido, Zoe —dijo Kai—. Pero no lo hagas sola. Nos tienes a nosotras también. De hecho, ¿por qué no nos encontramos en tu casa esta tarde? Así podemos hablarlo mejor y contarnos todo lo que hemos hecho para ayudarte.

—Eso suena bien —respondió Sofía—. Podemos ponernos al día, y si se te ocurre algo más que podamos hacer, lo añadimos al plan.

—¿En mi casa? —pregunté, sintiendo una oleada de gratitud—. Sí, claro. Me encantaría que vinieran.

—Perfecto —dijo Kai con entusiasmo—. Nos vemos esta tarde entonces. ¡Llevaremos algo de comer para hacer esto más llevadero!

—Gracias, chicas, de verdad —dije, emocionada por el apoyo incondicional de mis amigas—. No sé qué haría sin vosotras.

—No tienes que agradecernos nada, Zoe —respondió Sofía con suavidad—. Somos tus amigas, y estamos contigo en esto. Pase lo que pase, lo enfrentaremos juntas.

—Exacto —añadió Kai—. Y recuerda, no estás sola. Vamos a demostrar que eres inocente, cueste lo que cueste.

El alivio que sentí al escuchar esas palabras fue inmenso. Sabía que con mis amigas a mi lado, tenía más fuerzas para enfrentar lo que venía. Nos despedimos, y aunque el miedo aún estaba presente, ahora también había esperanza. Estábamos en esto juntas, y eso lo cambiaba todo.

Después de darme una ducha rápida, vestirme y arreglarme, bajé a la cocina, donde ya sabía que encontraría a mi mamá y a mis hermanos. Al entrar, el aroma familiar del café recién hecho me envolvió, y de inmediato me relajé un poco al escuchar las risas de Thomas y Emily, que parecían estar en medio de su típica broma matutina.

—¡Buenos días, dormilona! —dijo Thomas, levantando la vista del periódico y sonriendo con esa expresión traviesa que siempre usaba cuando estaba de buen humor—. ¿Soñaste con alguna conspiración mundial o simplemente estabas planeando cómo salvar al mundo?

Rivales y Amantes en la Ciudad EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora