El sol de media mañana bañaba las calles de Madrid mientras yo terminaba de prepararme. Había quedado con Sofía y Kai en una cafetería del centro, un lugar que ellas mismas habían elegido y que prometía ser tan encantador como siempre. Aunque nos vimos ayer, esta quedada era especial: hablaríamos sobre el intercambio a Italia. Lo que me preocupaba era que sabía que la conversación eventualmente giraría en torno a Erick, y con Kai, nada estaba fuera de límites.
Intenté apartar a Erick de mis pensamientos mientras me arreglaba. No quería que la idea de convivir con él en Italia me arruinara el día. Me miré al espejo por última vez, asegurándome de estar presentable, y salí de casa. Las calles de Madrid estaban llenas de vida, como siempre, y mientras caminaba, me di cuenta de cuánto extrañaría esta ciudad. Aunque todavía faltaban unas semanas para el intercambio, la idea de irme parecía cada vez más real.
El problema, claro, era Erick. Nuestra relación siempre había sido complicada. Peleas constantes, miradas desafiantes, y esos comentarios que parecían ir siempre un poco más allá del simple sarcasmo. Pero, aunque lo negara, últimamente, algo me había desconcertado. Había pequeños momentos en los que las cosas parecían diferentes, aunque no quería pensar en eso ahora.
Llegué a la cafetería y, desde fuera, ya podía percibir el ambiente acogedor. Las grandes ventanas dejaban entrar la luz del sol, iluminando las mesas de madera clara y las plantas colgantes. Sonreí para mis adentros; Sofía y Kai siempre tenían buen ojo para elegir sitios bonitos. Al entrar, las vi de inmediato, ya acomodadas junto a una ventana.
Sofía me saludó con una gran sonrisa y un gesto de la mano, mientras Kai me lanzó una mirada traviesa.
—¡Zoe! —gritó Sofía con entusiasmo—. Aquí estamos.
—¿Por qué siempre llegas tan puntual? Es como si te diera miedo que te dejáramos plantada o algo así —dijo Kai, burlándose mientras me sentaba.
—Es que a mí me gusta llegar a la hora, no como ustedes—repliqué con una sonrisa, dándoles un fuerte abrazo a ambas.
Nos acomodamos, pedimos nuestros cafés y algunos dulces. La conversación fluía, hasta que inevitablemente, el tema de Italia y Erick salió a la luz.
—Entonces, ¿ya tienes todo listo para irte? —preguntó Sofía, con la cabeza inclinada mientras removía su café.
Antes de que pudiera contestar, Kai intervino.
—Lo más importante aquí es... ¿cómo piensas sobrevivir con Erick? Porque, siendo realistas, si yo fuera tú, ya lo habría empujado por las escaleras del avión. —Kai sonrió de forma maliciosa.
Sofía se rió, tapándose la boca con las manos.
—¡Kai! No seas así. Aunque... no niego que podría ser un poco tentador —bromeó Sofía.
Me encogí de hombros, intentando restarle importancia.
—No sé. Ya sabes cómo somos. Peleamos todo el tiempo. Y aunque a veces parece que las cosas están mejor, siempre vuelve a hacer algo que lo arruina todo.
Kai me miró fijamente, sin cortarse un pelo.
—Eso suena a pura tensión sexual, Zoe. Vamos, admítelo. ¿No será que lo odias tanto porque en realidad te gusta? ¿No has pensado en eso?
La miré, atónita.
—¿Qué? ¿Tensión sexual? ¡Ni de broma! —exclamé, sorprendida de que Kai fuera tan directa, aunque no debería haberme sorprendido a estas alturas.
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Rivales y Amantes en la Ciudad Eterna
RomansaZoe Valtier y Erick Hallwort, enemigos desde la infancia, se reencuentran en la universidad de Zoe, donde ambos son seleccionados para un intercambio a la universidad de Roma. En la vibrante Ciudad Eterna, la rivalidad que ha definido su relación co...