228

44 7 0
                                    

Si realmente había estado fuera durante tres días, entonces las predicciones de Alber debían haber sido correctas. Eugene estaba asombrada por lo acertado que había sido el pronóstico de la mujer.

Parpadeando para alejarse del sueño, le pareció extraño estar despierta de repente. Parecía que acababa de despedirse de Alber y ahora estaba allí. No podía decir si el tiempo había transcurrido en el sueño como había transcurrido en la realidad, no tenía ningún sentido del tiempo. Había estado sumida en un sueño tan profundo.

Luego, se volvió hacia Kasser mientras él la miraba con expresión preocupada.

—¿No te dije que tardaría un poco? —preguntó—. Cuando te dije que no me despertaras, debo haberlo mencionado.

Él asintió con desánimo.

—Sí, lo hiciste —murmuró—. Me dijiste que tardaría unos días.

El problema era que Kasser no sabía qué esperar. "Unos días" no era exactamente una cantidad de tiempo específica. Incluso había empezado a investigar cuánto tiempo podía pasar una persona sin comer ni beber, preocupado de que Eugene estuviera inconsciente durante más tiempo.

No había podido realizar ningún trabajo mientras ella dormía, como si lo invadiera un presentimiento ominoso de que nunca despertaría.

Kasser se quedó mirando su rostro dormido, luchando contra todos sus impulsos de despertarla. Tendría que caminar de un lado a otro de la habitación para no sacudirla.

Había sospechado que tenía algo que ver con la carta que Eugene había recibido de los Muen. Se culpaba a sí mismo por haberla dejado acercarse a algo tan extraño. Le costó todo lo que tenía para no correr hacia los Muen y acusarlos de traición.

—Lamento haberte preocupado —dijo Eugene en voz baja.

Ella apoyó la mano sobre la de él. Sabía que, como no podía explicarle todo en el breve tiempo que estuvo despierta, le resultaría difícil tener que esperar. Si ella estuviera en su lugar, sabía que habría estado igual de preocupada.

La miró fijamente durante un largo momento, luego suspiró y dijo:

—¿Estás bien?

Ella asintió tranquilizadoramente.

—Es como despertarse normalmente.

—Deberías comer. Hace días que no comes.

Antes de que Eugene pudiera decir una palabra, ya se había levantado para llamar a un sirviente.

¿Está molesto?, se preguntó.

Su rostro había sido severo, pero se había suavizado un poco cuando le habló.

Al poco rato, una criada entró para traerle la comida. Era una papilla hecha con cereales y verduras. No era algo que ella comiera habitualmente, pero no le importaba. Lo que le hizo preguntarse fue lo rápido que la habían preparado.

Ella dio un mordisco y se dio cuenta que recién lo habían preparado.

¿Cómo sabía cuándo iba a despertar?

Mientras seguía comiendo, empezó a sentir que el hambre la invadía. Terminó su comida más rápido de lo que jamás había comido en su vida.

Cuando estuvo satisfecha, decidió que quería bañarse. En cuanto lo mencionó, inmediatamente le trajeron agua tibia.

No había forma de que los asistentes hubieran preparado todo esto por su cuenta. Lo que había notado cuando se convirtió en reina era que los asistentes eran muy pasivos en cuanto a su trabajo. No hacían nada a menos que se les pidiera.

Eugene²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora