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—Este diario pertenece a mi amigo —confesó Pides de mala gana después de una breve pausa. Su voz temblaba, dando a entender la agitación interior que estaba experimentando—. Solía ​​ser sacerdote... pero abandonó el santuario y ahora no sabemos dónde está.

Eugene percibió que había algo profundamente inquietante en la nota que habían descubierto. El cambio abrupto de actitud de Pides parecía estar directamente relacionado con su contenido. Numerosas preguntas se arremolinaban en su mente y palabras de preocupación bailaban en su lengua. Sin embargo, no era momento para discusiones prolongadas. Pides parecía desorientado y era evidente que necesitaba tiempo para procesar sus pensamientos. Eugene decidió transmitir solo lo que era absolutamente necesario.

—Sir Pides —empezó.

—¿Sí? —respondió Pides, con la mirada fija en la misteriosa nota.

—Sang-je no es Dios.

El rostro de Pides vaciló, dividido entre la fe y la duda.

—Un representante de Dios no es Dios. ¿Tu devoción se dirige hacia lo divino o hacia Sang-je?

El silencio los envolvió por un largo momento. Eugene se volvió hacia Kasser, su expresión y su mirada transmitían un mensaje claro: "Vamos".

Kasser dudó un momento, luchando con su conciencia.

¿Es correcto marcharse sin intervenir?, se preguntó.

Pero cuando observó a Pides allí de pie, claramente confundido, sus preocupaciones se disolvieron.

Independientemente de sus sentimientos personales hacia Pides, Kasser reconoció que Pides se estaba convirtiendo en un ejemplo de devoción inquebrantable. Una persona que no se rendiría, incluso si la empujaban al límite. Tal vez, reflexionó Kasser, Pides podría convertirse en el adversario más formidable de Sang-je.

—Anika Jin —gritó una voz, haciendo que Eugene detuviera sus pasos, con Kasser siguiéndola de cerca—. Anika Flora ha asumido el manto de sacerdotisa.

Eugene respondió asintiendo.

—He oído algunos rumores.

Se había enterado de este hecho por Dana, justo antes de partir del santuario. Desafortunadamente, Dana no tenía mucha información y su partida no dejó tiempo para investigar más.

Pides, con expresión vacilante, finalmente añadió:

—Debe tener cuidado.

Eugene se quedó desconcertada por el inesperado consejo.

—¿Estás sugiriendo que debo tener cuidado con Flora?

Pides recordó su reciente encuentro con Flora en el santuario. Se sintió incómodo cuando ella mencionó su intención de entrar. Incapaz de revelar abiertamente los peligros ocultos del santuario, le había aconsejado que lo pensara bien. En respuesta, Flora replicó con una mirada penetrante.

—¿Por qué? ¿Te preocupa que adquiera habilidades especiales como Jin? —lo desafió.

—No lo comprendo muy bien —respondió Pides.

—Originalmente, Jin no tenía a Ramita. Ni siquiera podía experimentar sueños lúcidos. Sin embargo, de repente, obtuvo a Ramita de la noche a la mañana. Pides, sabes que todo es gracias a las artes divinas.

Esta información era nueva para él, pero no podía encontrar palabras para contrarrestar la mirada inquebrantable de Flora. Su mirada rebosaba de la certeza de que él había sido consciente de esto desde el principio. No importaba lo que dijera, habría sonado como excusas débiles a los oídos de Flora.

Eugene²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora