La luna brillaba en el cielo, y con ella, como si fuese una señal, empezaron a sonar las alarmas y el avance de los tanques en el horizonte, como si fuesen los jinetes del Apocalipsis, que quedaba cubierto por una densa polvareda, casi como si se tratase de una bruma, pero esta era imposible, estaban lejos del mar. Era realmente cobarde atacar de noche.
Los ciudadanos del Pandemonio se encontraron a sí mismos levantándose de la cama antes de tiempo, sobresaltados por el repentino ataque, algunos cometieron el error de salir de sus casas a comprobar el ambiente, otros apenas se atrevieron a asomarse por la ventana, aterrorizados. Había quienes en su ojos se reflejaba el miedo, miedo porque algo así volviera a suceder; otros tenían miedo a lo desconocido, miedo a algo que no podían vaticinar.
Se oían gritos, lágrimas, madres y padres tratando de apartar a los niños del camino para que no quedasen arrollados por los tanques que se aproximaban hacia las zonas obreras de la Octava División, a pesar de que estos siguieran en las zonas exteriores.
Para A.R.C.O, este ataque no resultó inesperado.
Hayden había pasado en vela prácticamente toda la noche, vigilante, a la espera de que empezasen dichos ataques, y no estaba equivocada. Tenían que ponerse en marcha antes de que los tanques alcanzasen las zonas más concurridas. Su rudimentario catalejo no alcanzaba grandes distancias, pero podía atisbar ligeras sombras en la distancia. Encogió este con brío y salió de su habitación, preparada a iniciar la ofensiva.
Avanzaba por el pasillo, de habitación en habitación, golpeando las puertas de cada una y, obviamente, alertando a todos.
—¡Arriba todos! —exclamó—. ¡Están aquí!
Grace y Dana compartían habitación, pero esta última no estaba, cosa que le extrañó a Grace, pero esta no tuvo tiempo de preguntarse dónde estaba, pues comenzó a vestirse y a atarse el pelo en un semi recogido que no le estorbara durante la batalla. Mientras tanto, Hayden abrió la puerta de la habitación de Ajax, la cual poseía el armario en el que se encontraban las armas. Él se revolvió en su cama, molesto, pues era el último que quedaba dormido.
—Cinco minutos más —se quejó, arrastrando las palabras.
Esta puso los ojos en blanco y lanzó una mochila vacía contra este, con la intención de que metiese en esta lo que necesitase, y Ajax no pudo evitar empezar a quejarse de que le había hecho daño, tal como un niño pequeño lo haría.
—Muévete, gusano —replicó con voz seca ante sus constantes reproches.
—¡Que no me llames gusano! —exclamó en la distancia, Hayden ya se había alejado.
Siguió avanzando, hasta llegar a aquella sala que usaban como principal, como lugar de reunión. Xander ya se había preparado y merodeaba por ahí, Hayden detuvo sus tareas al sentir a este moverse en el rabillo de su ojo.
—Xander, necesito que te asegures de que todos se despierten y muevan sus traseros aquí —le pidió, aunque pudiera sonar como una orden. Este sonrió ante sus palabras, casi como si un sentimiento familiar le envolviese.
—A sus órdenes, mi general —imitó un saludo militar de forma cómica, esta puso los ojos en blanco y no pudo evitar sonreír, creyendo que él no se daría cuenta de este último detalle, pero lo hizo.
***
—Bien, ¿cuál es el plan?
Los reclutas, al igual que los rebeldes, miraban con expectación a Hayden. Ella, con su característico gesto de manos sobre las caderas, parecía analizar la situación. Era una estratega nata, pero apenas había tenido tiempo de determinar las habilidades que más de ayuda podrían ser durante la batalla. De todas formas, esperó hasta la mañana para ponerse en marcha, la iluminación en el Pandemonio era realmente débil y poco cuidada.
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El Renacer de Los Rebeldes
Science FictionEn un futuro distópico no demasiado lejano, un grupo de jóvenes despierta sin recuerdos en una base en la que serán entrenados para luchar por un Gobierno del que no poseen constancia, entre esos jóvenes, destacará un grupo de silenciosos rebeldes q...