Capítulo 14

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—¿Falta mucho? No siento los hombros.

Después de mucho cavilar habían decidido escapar al día siguiente, tras elaborar un plan y el análisis del mismo, también para poder analizar cada recoveco del corredor, ya que el escapar por la puerta no era un opción; siempre permanecía cerrada, y sólo se abría cuando se acordaban de darles de comer. Tampoco había videovigilancia, era una estancia muy poco cuidada y antigua. Además, el sistema de una alimentación justa y necesaria daba sus frutos: los reclusos no morían, pero tampoco tenían suficiente fuerza para hacer un motín.

La única solución fue, una vez más, los conductos de ventilación.

Encontraron un conducto de ventilación lo suficientemente grande como para que cupiesen los cuatro, pero no tenían con qué abrirla, y esta se encontraba en un estado deplorable, lógicamente no se habría tenido que abrir jamás.

Brea se encontraba sobre los hombros de Barrett, que sujetaba con fuerza las piernas de esta. Se le había encomendado la tarea de abrir la tapa que conducía al conducto, pues era la que menos pesaba de todos ellos. Sin embargo, sus finas y frágiles manos eran incapaces de hacerlo.

—Espérate. La tapa está durísima.

Barrett hizo un mohín, sujetando con cuidado a Brea, esta fruncía el ceño ante la imposibilidad de abrirlo. Grace y Dana simplemente observaban, la primera de brazos cruzados, cómo realizaba su tarea, con expectación.

Barrett alzó la vista para mirar a Brea.

—¿Sabes, Brea? —dijo con voz ahogada—. Esta no es la imagen tuya que esperaba sobre mí.

A Brea se le encendieron las mejillas, abochornada. Grace puso los ojos en blanco.

—Te advierto que te tengo a la altura perfecta para pegarte una patada, pervertido.

Se rio levemente, haciendo un gran esfuerzo por que ella no perdiese el equilibrio.

—Qué cosas más bonitas me dices.

Brea lo ignoró, todavía enzarzada en una lucha con la tapa del conducto de ventilación. Dana, al ver que eso no llevaba a ninguna parte, decidió intervenir.

—Va a ser imposible abrirlo sin algo con lo que hacer palanca —sugirió.

—Yo ya estoy haciendo de soporte —se quejó Barrett, ya llevaba un buen rato ahí—, encargaros vosotras.

—No creo que haga falta —añadió Grace respecto al comentario de Dana, mirando a la tapa del conducto—. Brea, bájate un momento.

Ella le hizo caso y, con la ayuda de Barrett, bajó de un salto sin hacer demasiado ruido. Él aprovechó a estirarse de forma dramática, como si fuese un anciano. Aunque es cierto que esta crujió levemente.

—Os aprovecháis de mi bondad.

Grace puso los ojos en blanco otra vez.

—Sí, estás hecho todo un mártir —ironizó—. Anda, ayúdame.

Repitió la misma acción que Brea y sujetó a Grace por las piernas mientras ella se acomodaba en sus hombros, sin embargo, no se acercó tanto a los muslos como hizo con la primera.

—No tardes mucho —volvió a quejarse Barrett.

—Los soportes no hablan —se burló Grace—. Ahora, déjame concentrarme.

Grace comenzó a tirar de ambos lados de la tapa, poseía unas uñas más resistentes que Brea, y unas manos ligeramente más curtidas, acostumbradas a las misiones. Después de tirar por unos segundos, consiguió soltar la tapa, se la alcanzó a Barrett desde la altura y se escabulló por el conducto.

EL RENACER DE LOS REBELDESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora