La base militar y la de los reclutas quedaba realmente lejos del Pandemonio o cualquier señal de civilización. Llevaban horas de viaje sin descanso alguno, Xander sentía cómo sus manos resbalaban progresivamente por el volante y sus ojos se iban cerrando. Se sentía débil, su estancia en la cárcel militar no había sido la ideal, y su cuerpo y mente no se encontraban en las mejores condiciones para mantener su atención en una carretera que parecía alargarse por momentos.
Paró el coche, todavía en medio de la nada, una nada decorada por la neblina y el escombro, y comprobó los retrovisores para cerciorarse de que no nadie les seguía, se frotó los ojos, intentando enfocar la vista, que previamente estaba nublada. Suspiró al comprobar que todos dormían plácidamente, ni se habían inmutado con el frenazo, echó la vista al asiento del copiloto, sobre este se encontraba Grace, que dormía con la cabeza sobre el asiento y de brazos cruzados, no pudo evitar sonreír.
Miró hacia atrás y, estirando el brazo, comenzó a pinchar con el dedo en el brazo a Barrett, este arrugaba el rostro cada vez que le pinchaba, molesto.
—Eh, chaval, despierta.
Barrett emitió un gruñido y giró la cabeza hacia el pelo de Brea, que dormía junto a él. Xander puso los ojos en blanco y volvió a intentar despertarle, esta vez zarandeando su brazo.
—Que te despiertes —dijo entre zarandeo y zarandeo.
Barrett abrió un ojo y le miró, molesto, no le gustaba que le despertasen.
—¿Se puede saber qué quieres?
—Espabila, anda. Te toca conducir, yo ya no puedo más.
Se incorporó con cuidado, deslizando su brazo lentamente para no despertar a Brea y apretó con sus dedos bajo los ojos, con el fin de despejarse.
—¿Y por qué tengo que ser yo, si se puede saber?
—Eres el más mayor de todos estos, ¿no? No hace falta ser un lince para averiguarlo —susurró, señalando al resto.
—Ethan tiene la misma edad que yo —se quejó, señalando al susodicho, quien dormía plácidamente con Dana apoyada sobre su hombro, todavía abrazada por él—, además, que tenga edad para conducir no significa que pueda hacerlo.
Xander soltó un bufido de molestia y se frotó el ojo con la palma de la mano.
—Tienes razón. De todas formas, sólo es conducir en línea recta por un buen rato, cuando estemos cerca nos cambiaremos.
Barrett pareció pensarlo un momento.
—Está bien —accedió de mala gana, levantándose de su sitio para cambiarse con Xander, este sonrió inocentemente.
Se cambiaron sin salir del coche con bastante dificultad, Barrett ocupó el asiento del conductor y este uno de los asientos que quedaban libres, se apoyó sobre sus rodillas, con rostro cansado. Ethan abrió levemente un ojo y esbozó una sonrisa triunfal, pues se había librado de conducir. Su felicidad fue mayor al comprobar que Dana reposaba sobre su hombro todavía.
Barrett metió la llave en el contacto y arrancó con algo de duda.
—¿Y qué se supone que tengo que hacer? —dirigió su vista hacia Xander.
—Tú pisa el embrague, mete la marcha y pisa el acelerador —respondió con voz arrastrada, señaló la palanca de cambios sin levantar la cabeza.
—¿Qué marcha, genio? Hay varias —enarcó una ceja.
Xander se adelantó y puso la marcha de mala gana, Barrett miró con una sonrisa radiante cómo este realizaba su tarea y volvía a su asiento.
—El acelerador es el pedal de la derecha y el embrague el de la izquierda —añadió, casi como si hubiese podido leer su mente. Barrett esbozó una media sonrisa inocente.
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EL RENACER DE LOS REBELDES
Science FictionEn un futuro distópico no demasiado lejano, un grupo de jóvenes despierta sin recuerdos en una base en la que serán entrenados para luchar por un Gobierno del que no poseen constancia, entre esos jóvenes, destacará un grupo de silenciosos rebeldes q...