ETHAN
Jamás disfruté la vida que se me había asignado.
Jamás quise ser diseñado de esta manera.
Odiaba que haber nacido en una familia de semejante estatus me obligase a ser frío, retorcido, arrogante, y devoto a un régimen autoritario cuyo pilar fundamental es el control, el miedo, la castración de las almas y la supresión de toda esperanza o individualismo.
Aquel sentimiento de idolatría no creció en mí, sentía repudio por todo ese mundo, no quería formar parte de él. Era un mundo destruido por la codicia, en el que sólo los más privilegiados podían disfrutar de una vida decente, a veces incluso llena de excesos, mientras la gente honesta, la clase obrera, se mataban unos a otros por sobrevivir.
Pronto me di cuenta de que había de reprimir esos pensamientos: nadie, al menos entre la gente con quien tenía relación, pensaba de esa manera, no sólo porque demostraban devoción incondicional al país y la asociación que la gobernaba, sino porque era cruelmente castigado pensar de esa forma. Por supuesto, yo fui víctima de dichos castigos, todos demasiado gráficos para describir, y demasiado dolorosos para recordar. Los golpes y latigazos que recibían los reclutas eran una tontería en comparación.
Decidí ocultarme tras la personalidad que todos consideraban como verdadera, cuando era una simple fachada. Empecé a ocultar mi verdadera esencia, mis pensamientos y preocupaciones más puros, en el rincón más inhóspito e inaccesible que supone mi mente; no obstante, me aterra pensar en todas esas cosas, temo que alguien se percate de lo que pienso, que lea en mi rostro la disconformidad, y venga de nuevo a por mí.
Quería huir, derrocar al sistema, llevaba años con esa idea, pero estaba solo. No sabía de nadie que pensara como yo, y no podía hablar de esto con nadie, temía ser el único de pensar así y no quería ser delatado.
Hasta que llegó ella.
Ella no dudaba en mostrar la disconformidad, la rebelión, por muy leve que se manifestase en su rostro, también observaba la determinación que a mí me faltaba; yo era un absoluto cobarde, mientras que ella no parecía temerle a las represalias.
En un principio quise saber sobre ella para asegurarme de que podría confiarle mis pensamientos más oscuros sobre aquella situación. No tardé en darme cuenta que había cometido un gran error, y que, por mucho que lo intentase, no podía alejarme de ella, su indiferencia, irónicamente, hacía que mi cuerpo actuase sin consultarle a mi cerebro.
Quizá resultaba ligeramente influido por mis emociones el hecho de que yo desease huir junto a ella, mientras que para esta sólo era una herramienta en su fuga, y lo peor es que no me resultaba sorprendente, porque no había dudado en hacérmelo saber.
Me aterraba pensar en que, aunque no fuese consciente de esto, y aunque yo intentase reprimirlo, su espíritu ejercía más y más presión sobre mi burbuja, tenía miedo de que dicha burbuja estallase y me dejase al descubierto, vulnerable...
—Ethan, mírame a la cara cuando te hablo.
Aquella voz recorrió mi espina dorsal como un escalofrío, sacándome de mi trance, y obligándome a levantar la mirada. Frente a mí, apoyado en su escritorio sobre sus venosas y robustas manos, Brooks me miraba con rostro despectivo. Se encontraba de espaldas a la gran ventana que decoraba una de las paredes de su despacho, cuyo contraluz contorneaba su rostro, haciendo este más amenazante. Una de sus mangas estaba subida, mis mejillas estaban enrojecidas y mi ojo amoratado, además del resto de heridas que no quedaban a la vista.
Mi gesto, además de magullado, se veía afligido, sin embargo, mi pena y arrepentimiento respecto a lo qué había sucedido estaban relacionadas a algo muy distinto a lo que Brooks podría llegar a pensar. Eso jugaba a mi favor.
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EL RENACER DE LOS REBELDES
Ciencia FicciónEn un futuro distópico no demasiado lejano, un grupo de jóvenes despierta sin recuerdos en una base en la que serán entrenados para luchar por un Gobierno del que no poseen constancia, entre esos jóvenes, destacará un grupo de silenciosos rebeldes q...