CAPÍTULO 8

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Isabella; 21 años

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Isabella; 21 años

Me encontraba inclinada sobre el retrete, intentando expulsar todo lo que había ingerido menos de una hora antes. Últimamente, mi estómago ha decidido rechazar cualquier cosa que consuma, sin importar cómo me sienta, dónde esté o qué esté haciendo. Así fue como terminé semidesnuda en un baño que no es el mío, mientras Rodrigo me observaba con una mezcla de sorpresa y desconcierto.

—¿Necesitas ayuda? —Preguntó con un tono frío, que apenas alcanzaba a camuflar lo inapropiado de la situación.

Me daba cuenta de que, mientras hablaba, sostenía aún su ropa de manera descuidada. Era evidente que había estado inmerso en una actividad desagradable mientras yo apenas podía moverme del suelo, debilitada y sin fuerzas para otra cosa que no fuera vomitar.

—¿Podrías salir del baño y dejarme sola? — Fue lo único que logré decir mientras una nueva arcada me sacudía.

—Has seguido tomando la píldora, ¿verdad? —Preguntó de repente, mientras cogía un poco de papel higiénico para limpiarse las manos con una calma que me resultaba repugnante.

—Sí, claro que sí —. Respondí con firmeza.

—Vale.

Vi cómo salía del baño, sin decir nada más. Sin embargo, se detuvo en la puerta y me miró nuevamente, como si aún no hubiera terminado lo que quería decir.

—Voy a llamar a la farmacia para que traigan un par de pruebas de embarazo. No quiero ser padre, y menos ahora —. Dijo, casi como si fuera una simple transacción.

No podía creer lo que insinuaba. Me invadió una oleada de indignación.

—Te acabo de decir que estoy tomando la maldita píldora. Además, créeme, no hay nada que desee menos que tener un hijo suyo —. Le espeté, con una mezcla de rabia y asco. La mera idea de que pudiera insinuar que yo querría algo así me revolvía aún más el estómago.

Me estremecí ante el simple pensamiento de tener a alguien dentro de mí, sabiendo que habría sido el resultado de algo tan traumático.

Inconscientemente, llevé una mano a mi vientre, y noté cómo Rodrigo seguía el movimiento con su mirada. Su expresión se tornó fría, casi cruel.

—Ni lo pienses —. Dijo con furia contenida—. No aceptaré a ese maldito feto, si es que llegas a estar embarazada.

Sale del baño hecho una furia, agarrando la manilla de la puerta y cerrándola con tanta violencia que el estruendo me hizo saltar un poco donde estaba. Sentí una punzada de miedo, pero mis pensamientos se dirigieron de inmediato a mi cuerpo. Coloqué nuevamente mi mano sobre mi vientre, como si instintivamente quisiera protegerme. Aunque, en realidad, no sabía exactamente de qué me estaba protegiendo.

—No sé si hay algo dentro de mí —. Comencé a hablar, casi en un susurro—. Pero si llegara a ser así, te protegeré con mi vida. Aunque haya pensado en irme antes de que pasara algo así. Debes entenderme, pequeño, tu madre tiene miedo de lo que pueda suceder si esa prueba da positiva y tú realmente estás formándote, aunque no haya sido voluntario.

Te Encontré [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora