Ella fue su puta

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Todo trauma tiene un nacimiento o un origen, y acá comienza el de Isabella. 

Contenido sensible, favor leer bajo su autoría y ser consciente que todo es ficción. 

—Padre—. Lo llamo mientras siento como una de sus enormes manos van a mi área del biquini.

—Silencio, princesa—. Con su otra mano, acaricia mi melena de chocolate, un gesto que me resulta familiar y perturbador a la vez. Él ha insistido en que nunca me lo tiña de ningún color; no podría imaginarme de otra forma.

—Tu papá está hambriento—. Dice, su voz cargada de una necesidad que me hace sentir incómoda—. Solo necesito un minuto.

El tono de su voz suena suave, casi cariñoso, pero hay un sub texto que me paraliza. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y una mezcla de confusión y temor me inunda. ¿Qué significa realmente ese "minuto"?

—¿Un minuto para qué, papi?—pregunto, la incredulidad marcando cada palabra. En ese instante, no soy consciente de cómo mi mano se planta en su mejilla, un acto impulsivo que me sorprende a mí misma. Él gime de manera brusca, como si el impacto lo hubiera sacudido, y yo me estampo contra la realidad de lo que acabo de hacer.

—No toques a tu padre así, princesa—Dice, su voz mezcla de advertencia y una extraña ternura.

Mi padre no me permite hablar, ya que, lo tengo en cuestión de segundos entre mis piernas, con su cara dentro de mi cuello. Donde siento como saca su lengua y comienza hacer lo que me ha estado haciendo durante meses. Marcándome y mordiéndome el cuello tan fuerte que provoca que salgan lágrima de dolor. Me inclino y llevo mi cabeza hacia atrás como él me ha pedido durante meses, mientras que lleva una de sus manos a mis senos, los cuales toma a su antojo.

—Esto está estorbando, princesa—. Señala mi pijama de seda, de color rojo—. ¿Te la quitarías para papá?

Su pregunta me hace poner los ojos en blanco, sorprendida, porque nunca antes me había pedido algo así. Normalmente, solo son toqueteos antes de irse a la habitación que comparte con mi madre. Intento empujarlo un poco, pero no se mueve. Su cuerpo es tan pesado y musculoso que siento que cualquier esfuerzo es en vano.

Si no fuera mi padre, podría pensar en lo que haría en una situación así, pero no puedo ni quiero. No deseo que quien me engendró esté dentro de mí, ni quiero experimentar esa cercanía. Las palabras que me ha susurrado durante años, llamándome "princesa", ahora suenan distorsionadas y absurdas. ¿Puede ser que realmente esté tan loco, o es solo mi imaginación?

—Papá...

—Lo sé.

—Se suponía que eran solo toqueteos, para saciar tu hambre.

Puedo ver cómo sonríe a través de la luz de la luna que entra por la ventana. Su expresión es a la vez familiar y perturbadora, y no puedo evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Él lleva una mano a mi mejilla, y, de manera instintiva, cierro los ojos, como si al hacerlo pudiera desvanecer la realidad que se despliega ante mí.

—Sé lo que te prometí hace meses, cariño—. Siento como mueve mis pantalones de seda hacia abajo—. Pero hoy tengo mucha hambre, la cual tu madre no está disponible a quitar, pero mi hija sí. ¿No es así cariño?

—No quiero, padre—. Mis labios comienzan a temblar, la angustia apoderándose de mí—. Esto está mal, es enfermizo.

—No para nosotros...

Siento sus labios encima de los míos, pero no me muevo. Porque sigo en estado de shock, siento como quita mis bragas, como todavía sus labios siguen en mi boca, como introduce unos de sus dedos en mi vagina. Es ahí donde abro la boca y él aprovecha para meter su lengua, y yo salgo de mi trance, trato de sacarlo de encima de mí, pero eso en vez de enojarlo lo prende más.

Te Encontré [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora