CAPÍTULO 21

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Me encontraba sentada en un enorme y cómodo sofá, con un gato que no había visto antes descansando en mi regazo

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Me encontraba sentada en un enorme y cómodo sofá, con un gato que no había visto antes descansando en mi regazo. La primera noche que lo vi, me llevé un buen susto cuando una bola de pelo negra saltó de la silla a la cama que se suponía sería mía por unas semanas, o quizás meses. Aquella noche llamé a Ana, pero me dijo que no tenía idea de dónde había salido aquel ser gordito y esponjoso.

Más adelante, mientras ordenaba la cama y tomaba a esa bola de pelos en mis brazos, vi caer una nota de su collar. Al notar que llevaba un collar, pensé en devolverlo a su dueño, quien seguramente estaría preocupado. Pero al abrir el pequeño rollo de papel, toda intención de devolverlo se evaporó, pues el gato no estaba perdido.

Dulce y adorada Bella,

Estos días me he estado centrando tanto en ti y en esa pequeña criatura que llevas contigo. Por eso te envío a mi más adorable y leal Atus, uno de mis más fieles servidores. Aunque no hable, aunque solo sepa comer, dormir y maullar, es la cosita más leal que podrán tener ambos.

Los estaré cuidando desde lejos.

Se despide, tu salvavidas.

La nota me dejó en silencio, con un extraño sentimiento de protección y vulnerabilidad al mismo tiempo. Aquel gato no era solo una mascota; era un mensaje y un lazo invisible entre nosotros, un recordatorio de que él seguía vigilándome, incluso en la distancia. Tras leer la nota, no pude evitar soltar una carcajada: -¿Quién le pondría a un gato un nombre que deriva o tiene semejanza al Atún?-.Me reía al imaginar que quizá lo hizo por su amor al atún, o porque la creatividad no es precisamente su fuerte.

Recordé también que su perro se llamaba Skinner, en honor a uno de los padres de la psicología conductual, lo cual me hizo sospechar que es un fanático de la psicología, o de la literatura académica antigua. Dos días después, mi hermana me dijo que es un hombre educado y honesto, y que no debía preocuparme. Pero me advirtió que controlara mi lengua cuando lo tuviera en frente.

Le respondí que no haría promesas. Si tengo algo que decirle a un hombre que me dobla la edad, lo diré sin filtro. Me he cansado de callar, de permitir que las personas me usen como si fuera un trapo de cocina. Necesito ser fuerte, y no solo por mí, sino también por mi bebé. Deseo que se sienta orgulloso de su madre, de una mujer que no teme decir su verdad.

—¿Cómo estás, mamá? —La voz de Camila interrumpió mis pensamientos.

No necesito girar la cabeza para saber que también se acaba de caer al suelo, llevándose una silla con ella.

—Mejor que tú, sin duda —. Le dedico una sonrisa amable mientras ella me fulmina con la mirada.

—¿Ahora te crees graciosa? —Se levanta despacio, con cuidado de no volver a caer.

—Es parte de mi encanto —. Confieso, mientras Atus se acomoda en mi regazo.

—Lo que tú digas, su majestad, pero no vine a hablar de tu personalidad.

Te Encontré [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora