CAPÍTULO 2

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Dante


Diane sonríe mientras me cuenta lo que sea que me esté contando, hace minutos que dejé de escucharla, solo me limito a asentir, dar unos pequeños sorbos a mi vino, cortar la carne en cuadritos y luego engullirla, todo eso tratando de parecer que le presto atención. Una tarea ardua y desgastante desde que terminé mi comida. Ya no tengo nada en que esconder mi falta de interés.

«Si tan solo pudiera quererla... si tan solo fuera ella».

Como hace tanto, una vez más mis pensamientos vuelven a ella. Cinco años, dos meses y ocho días atrás.

«Sus ojos tan celestes que parecen blancos con la luz, me miran fijamente, juega con su comida mientras sonríe divertida, en su cabeza parece estar ocurriendo la escena más extraordinaria del mundo y por su expresión sé que yo soy parte de ella. Es tan hermosa. Tan perfecta. Tan inadecuada para que yo me fije en ella. La maldita definición de lo prohibido. Si ella fuera Eva, sin duda yo me comería todas manzanas del árbol».

-Dante, vuelve a mí -dice y por un segundo la escucho a ella.

Cierro mis ojos y muevo la cabeza en negación, debo dejar de pensar en cosas que jamás sucederán.

«No es ella». Me digo a mí mismo en un intento de tranquilizarme y recobrar la cordura. «Diane es tu oportunidad de hacer las cosas bien. Ella te centra, te mantiene quieto y enfocado».

-Señor, su cuenta está lista -anuncia el camarero, entregándome mi tarjeta junto a la factura.

Saco mi sujetador de billetes y adjunto todo junto a los dólares que tengo. Diane sonríe mientras se acomoda el cabello y le da las gracias al camarero por mí. Ella es castaña, hermosa, tierna, una mujer hecha y derecha; con sus metas claras y sus prioridades en orden, buena para cualquier hombre, y si tan solo dejara de pensar en lo imposible, la amaría como a nadie, porque ciertamente ella me ama y se merece alguien que la ame con la misma intensidad, si yo fuera una buena persona la dejaría libre, algo que sabemos que no soy.

Me pongo de pie y le extiendo mi mano, hoy cumplimos nuestro segundo aniversario juntos, le debo demasiado a esta hermosa mujer... ella me aleja de casa. Cuando la conocí decidió que yo era su "hombre ideal". Dios sabe que está en un error, pero nunca lo admitirá, cada día intento ser mejor por ella y trato de amarla con todas mis fuerzas, pero en días como hoy es imposible fingir que somos perfectos.

-Me gusta este lugar -declara entrelazando nuestras manos-. Gracias por otro lindo aniversario. -De pronto su teléfono suena estrepitosamente y ella bufa en respuesta-. Lo siento, debo atender. -Me da un beso en la mejilla y contesta mientras salimos del lugar-. Buenas noches, señor fiscal...

Si mi padre viera en lo que me he convertido y con quién comparto mi vida, es muy probable que me molería a golpes, después de todo, él no me crio para seguir las reglas convencionales y, aquí estoy, siendo un ciudadano ejemplar.

Cuando me fui de casa decidí dejar todo atrás y eso incluyó la vida delictiva de mi familia. Entré al cuerpo de Marines y hace unos días acabo de cumplir mi servicio de cinco años. Volví a casa a tiempo completo y me arrepiento de sobremanera.

Era tan fácil mantener una relación cuando era a distancia, cuando estábamos a cientos de kilómetros el uno del otro.

Todo lo que me mantiene lejos de ahí ahora es Diane, por eso no puedo dejarla. No ahora que todo parece al alcance de mis manos.

El valet parking nos ve salir y rápidamente me entrega la llave de mi Ducati Scrambler, Diane pone los ojos en blanco cuando ve la motocicleta y sigue al teléfono. El mismo joven ahora le entrega las llaves del auto a mi novia.

Dinastía, Ruleta Rusa 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora