CAPÍTULO 18

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Dante


Lame mi cara tan seductoramente que mi miembro ha vuelto a cobrar vida. ¡Carajo! Le agarro los glúteos con fuerza y luego la alzo, envuelve sus piernas en mi cintura y empezamos a besarnos, como si esta mierda estuviera bien.

—¿Aún quieres que me vaya? —pregunta besando mi cuello mientras mueve hacia abajo mi pantaloncillo, para luego sacar mi miembro aprisionado.

La arrincono contra la pared mientras tomo la tela de sus leggins y la rompo tan fácilmente que me prometo no dejarla usar esa cosa nunca más, su tanga es la segunda en romperse.

Ella gime en mi oído y sube un poco para darme acceso a su interior. Muerde mi hombro mientras la dejo caer suavemente en mi polla.

—¿Y tú?, ¿aún quieres irte?

—No.

—Estás tan húmeda —gimo dejando que empiece a moverse. Sube y baja lentamente llevándonos a la locura.

La Love que conocí ya no existe y esta persona que tengo en mis brazos es aun malditamente mejor.

Siento que ahora puedo ser yo sin necesidad de ocultarle las partes malas. Estamos jodidos, yo la jodí a ella tratando de protegerla.

—Cuento a todos los que mueren por mi mano.

La miro a los ojos mientras gime y esa confesión hace que la desee tanto que duele. Muerdo su cuello y soy yo quien toma el control, con cada movimiento que hago ella se estremece y grita de placer, veo cómo arquea su espalda y la hago caer en sus pies saliendo de ella, me mira furiosa, la hago dar la vuelta rápidamente y pongo sus manos en alto con una sola mano y con la otra la sostengo del abdomen haciéndola levantar solo un poco su lindo trasero, con mi pierna entre las suyas hago que se desplace, abriéndose más, primero una pierna, luego la otra, cuando quiere moverse la llevo en dirección a la puerta.

Rompo más la maldita tela, dejándola solo con una pequeña línea en la cintura, el resto está relegado en el suelo. Tan deliciosa. Cómo pude pensar que podría estar sin ella.

—¿Por qué llevas la cuenta?

Muerdo su hombro y empiezo a entrar en ella.

—Porque me hace sentir viva.

—Estás loca, ¿lo sabes?

Gime cuando le doy una estocada profunda.

—Las mejores personas lo están.

Le doy un azote en el trasero, su piel se enrojece rápidamente y me encanta. Ahora ella sigue mis movimientos en sincronía, haciendo del proceso tan jodidamente candente.

—¡Dante! —grita mi nombre haciendo sus manos un puño.

Salgo de ella rápidamente y me quito los zapatos junto a mi pantaloncillo y me arrodillo; Love gira el rostro ante mi acción, le abro sus glúteos bajo su atenta y ávida mirada, no se ha movido ni un milímetro, sus manos siguen donde las dejé. Me gusta. Le doy una gran lamida desde su delicioso coño hasta su pequeño y apretado orificio. Sabe tan bien que esto no debe ser real.

—Me vuelves un demente, Love.

—¿De qué grado de demencia estamos hablando?

Gime nuevamente cuando vuelvo a pasar mi lengua por sus entradas. Mierda, quiero cogérmela por atrás.

—De ese en el que los cuentos advierten a las niñas a apartarse del lobo feroz. Del grado que podría hacer el mundo arder por ti.

—Quiero creerte.

Dinastía, Ruleta Rusa 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora