CAPÍTULO 3

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Dante


Padre habla por teléfono dando órdenes, por fuera parece ser una roca dura, pero sé que por dentro está tan destrozado como yo. Poco es lo que hemos hablado y mientras me preparaba se limitó a verme mientras acomodaba mi pequeño bolso, y cuando estuve listo, salimos juntos del edificio, supe que nos dirigíamos al aeropuerto cuando mi padre le dio la orden al chofer de llevarnos hasta allí y luego nada. Ni cuando abordamos el jet, ni en las dos horas de vuelo, simplemente lo seguí como un robot.

Sin vida. Sin alma.

—Mi ángel de la muerte —dice padre de pronto contestando su móvil.

Está hablando con mi madre, miro mi móvil en mi mano y decido responder a los mensajes de Diane. Debo mantenerla tranquila, luego abro mi galería y veo mis preciadas fotografías y allí está, sonriente, vivaz y alegre. Tan hermosa.

Me pregunto si seguirá luciendo igual de bella como la recuerdo, como las fotos que Killiam me envió hace tanto.

—¿Listo, muchacho? —Padre pone su mano en mi hombro llamando mi atención, guardo mi móvil en el bolsillo de mi chaqueta, agarro mi bolso y la puerta del jet es abierta por uno de sus hombres.

Asiento a mi padre y lo sigo. Tres hombres fuertemente armados nos esperan resguardando el Rolls Royce Phantom blanco de mi madre. Las puertas se abren y del interior sale ella. Luciendo como siempre, poderosa, imparable; Dalia, mi madre.

Sonríe y veo cómo tiemblan sus labios al verme detrás de padre. Cuando estoy a punto de correr a sus brazos, padre me detiene, agarrando mi muñeca.

—No aquí —ordena mirando a los alrededores, asiento y me limito una vez más a seguirlo.

Por mucho que quisiera ir tras ella, no puedo, no creo que tenga los mismos privilegios de antes. El precio de haberme marchado es que ahora soy considerado un traidor, un paria, ya no soy el heredero, ni un capitán, ni si quiera un soldado.

—Señor, su automóvil está listo —hablan a mi costado, después de unos segundos soy consciente de que es a mí a quien se dirige. Me detengo y miro al joven, no parece tener más de dieciocho años.

—Te sigo —le digo tragándome las ganas que tengo de ir donde mi mamá.

Ella sonríe y luego le rueda los ojos a mi padre. Él me está castigando. Veo cómo ambos suben al interior del automóvil blanco mientras me conducen al que me fue asignado.

—Señor Dante. —Intenta abrirme la puerta y se lo impido.

—¿Cuál es tu nombre?

—Iván, señor Dante...

—Solo Dante, por favor.

Había olvidado cómo era este mundo. El protocolo que se debe seguir. Me siento tan... en casa.

—No podría, es el hijo de los jefes.

—Es uno de nuestros mejores prospectos, tan correcto, tan atento a los detalles. —Esa voz dura y a la vez cortés.

Me doy la vuelta para ver a un viejo amigo.

—Killiam.

—Tienes tantos tatuajes como tu padre —dice riendo para luego abrazarme efusivamente, dejo caer mi bolso y le correspondo, nos quedamos así por no sé cuánto tiempo—. Así que eres el jodido comandante Johnson. Casi se cae de culo tu padre cuando recibió la noticia.

—Debía irme y asegurarme de no volver, ¿cierto?

—Hiciste bien, muchacho.

—Pero estoy aquí, otra vez... por Love.

Dinastía, Ruleta Rusa 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora