Dinastía, Ruleta Rusa 3

CAPÍTULO 16

Dante

Me merezco todo el desprecio que Love siente por mí, fui un cobarde, un idiota como ella dice, pero una vez fue mía y volverá a serlo. No tengo la menor duda de ello.

Sonrío mientras la veo dar instrucciones a Rebeca de cómo debe envolver la venda blanca en sus manos. Sé que tiene que sacar mucha frustración acumulada, así que, si tengo que ser un saco de box para ella, lo seré. Está tan hermosa con sus leggins negros y su top a juego, para mi gusto está muy concentrada.

—Debió planear esto en su cabeza muchísimas veces —habla Julián mirando a las amigas.

—Lo sé —respondo. Cuando Samuel termina de ponerme las vendas las inspecciona por unos segundos y luego da un paso hacia atrás mirándome de arriba abajo.

—No puedo creer que hubieras aceptado —acusa cruzando sus brazos.

—Era eso o no hablar en lo absoluto con ella, fueron sus términos, no tuve elección. Me clavó una jodida daga en mi muslo y dolió como la mierda, pero dolía más verla tan destrozada que no pude reaccionar. Teníamos que hablar, quería solo por un instante ser nosotros sin toda la carga del pasado, sin heridas.

—Solo no seas duro con ella —reprocha Julián.

—Voy a dejar que saque toda la ira que trae acumulada. —En ese preciso instante ella se da la vuelta y me observa como si yo fuera el puto enemigo.

«Lo eres, Dante, no te engañes».

Veo a Anna, quien se acerca a nosotros tímidamente, Julián tiene una sonrisa dibujada en su rostro que jamás pensé ver.

—¿Podemos hablar un momento? —pregunta la joven, afirmo con un movimiento de cabeza y mis amigos saltan del ring para darnos espacio—. Mira... amo a mi amiga y a mi sobrino... le debo la vida, por favor no hagas esto, da un paso atrás y retráctate.

—No tienes de qué preocuparte, no le haré daño.

—Es por ti. Ella sí quiere hacerte daño y eso me da miedo, ha estado estable por un tiempo, no necesita todo esto.

—¿Sí sabes que fue su idea? —inquiero.

—Lo sé, nos contó todo lo que pasó anoche. Por eso te pido que no lo hagas, ella está casi lista...

—Le di mi palabra y no pienso volver a fallarle.

—No entiendes, ahora la ves bien, una mujer dura, fuerte, pero en el fondo tiene dieciséis años y está sufriendo al tenerte aquí y hacer realidad una fantasía así... —dice mirando a su alrededor—. Puede ser destructivo, aún más de lo que ya es.

—Lo único que quiero es que saque todas sus frustraciones.

—Ya, ¿y luego? Querrá más y más, vas a desatar un monstruo.

—¿Piensas que quiere matarme?

—Sí, y si se lo propone lo hará.

—Lo dudo, porque tuvo oportunidades y no lo hizo, estoy de acuerdo contigo en que su salud mental no es la mejor, pero pienso que esto puede ayudarla. ¿Crees que no me preocupo por ella?, ¿que no quiero verla bien?

—Ese es el problema, tú sigues recordando algo que ya no existe y mientras más lo haces, más ella quiere demostrarte lo contrario. Esto no está bien.

—Te prometo que, si se sale de control, pararé, y no hablo solo de la pelea.

—Mejor promete que no le harás daño y, si algo pasa, llévatela lejos y recuérdale quién es en verdad.