CAPÍTULO 23

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Love


Ángel me espera a los pies de las escaleras vistiendo un elegante traje negro. Agarro la cola de mi vestido que en realidad es una especie de capa con mangas. Lo amé en el momento en que lo vi, es un elegante vestido corto de tres piezas.

Madre y padre nos esperan en la puerta principal, madre como siempre viste impecablemente, su traje ajustado con una enorme abertura en la pierna y un collar de diamantes en su muslo, su cabello perfectamente recogido, labios rojos y sus ojos de gato la hacen ver como la puta ama que es.

Madre me sonríe feliz de mi elección, hoy quiero deslumbrar.

—Hermosa como siempre. —Ángel besa el dorso de mi mano ayudándome a bajar el último escalón.

—Tú también estás muy guapo.

Lo tomo del brazo y salimos detrás de mis padres que ya nos esperan en su automóvil. Ángel abre la puerta de su vehículo y veo cómo todos los guardias empiezan a subir a sus respectivos coches listos para seguirnos.

El camino al recinto donde se llevará a cabo el evento está inundado de paparazis todos buscando la mejor toma. Estacionamos y uno de los guardias abre mi puerta, me ayuda mientras Ángel le da indicaciones al valet parking.

Pasamos por la alfombra roja sonrientes, unas cuantas fotos y sin ninguna gana de seguir sonriendo entramos al lugar.

—Me duele la mandíbula de tanto reír —confieso dándome un pequeño masaje.

—Y tu madre sigue ahí.

—Ella ama las cámaras y estas a ella.

—Dime, Love, ¿por qué me invitaste a última hora? —suelta sin más cuando llegamos a la mesa que nos fue asignada. Me ayuda a tomar siento y luego espero que él lo haga. Tomo su mano y le sonrío amistosamente.

—Eres mi amigo, ¿debo tener un motivo para invitarte?

—Me has evitado desde...

—Dilo, yo no tengo problema en ello... desde el secuestro.

—Sí, bueno. Siento que me usas, y no me gusta. Los amigos no hacen eso.

—Sé que te debo una explicación. Tú siempre supiste que había alguien más...

—Y así rompes conmigo.

—Ángel, nunca fuimos...

—Tienes razón, no fuimos nada, solo cogíamos cuando lo necesitabas y cuando necesitabas un paño de lágrimas o un entrenador, ahí también estaba.

—Qué feo sonó eso. Somos amigos, Ángel, y siempre te hablé con la verdad. Lo lamento. Si quieres irte ahora lo entenderé.

—¿Estás loca? Tengo hambre. ¡Mesero, traiga su hamburguesa más grande y grasosa! —grita haciéndome reír a carcajadas.

—Buenas noches —saluda Dante del brazo de Diane.

—Hola, querida. —Ella recorre la mesa y me da un beso en la mejilla—. ¿El novio?

—Un amigo, Ángel; ella es Diane la novia... ¿o prometida? Es confuso porque uno dice una cosa y el otro otra cosa distinta.

—Prometida. Mucho gusto, Angelito.

Mi cita siendo un caballero se pone de pie y saluda a la mujer con un beso en la mejilla y estrecha la mano de Dante. Ambos se acomodan en sus lugares, el mesero toma nuestras órdenes y se va, largos segundos después vuelve con nuestras bebidas. Tomo un sorbo de mi champagne y volteo a ver el escenario donde está tocando la filarmónica de la ciudad.

Dinastía, Ruleta Rusa 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora