La puerta de la habitación que compartía con las chicas comenzó a ser tocada con suavidad, pero con algo de fuerza. Me levanté rápidamente para abrirla y que Mal y Evie se despertaran. Al abrirla, me encontré con un Jay empijamado pero con una mueca.
—¿No puedes dormir? —él negó.
—¿Tú tampoco? —negué también y él rio—. ¿Qué te molesta? —lo miré fastidiada.
—¿Tu qué crees, genio? —suspiré saliendo de la habitación y cerrando la puerta detrás de mi. Comencé a caminar pero detuve cuando no vi a Jay a mi lado—. ¿Qué esperas? Ven ya.
Jay corrió a mi lado y me abrazó por los hombros mientras caminábamos por los pasillos de la preparatoria. Salimos de estaba y sin decir una palabra nos dirigimos al bosque y nos sentamos frente a un pequeño lago que estaba escondido. Nos sentamos frente a este sin decir una palabra, pero Jay entonces suspiró y supe que algo andaba mal con él.
—¿Qué te molesta, grandote? —pregunté sin mirarlo por estar mirando a los peces que brillaban bajo el agua. Eran muy bonitos.
—¿Por qué supones que hay algo que me molesta? —respondió con otra pregunta mientras reía forzadamente.
—Porque tu sueño es preciado. Ni un tsunami podría joder tu sueño. Ya, dime qué pasa. —choqué mi hombro con el suyo—. ¿Es la voz de tu madre perturbando tus sueños? —bromeé y Jay rio esta vez sincero.
—No yo... —suspiro e hizo una pausa—. ¿Está mal pensar en querer dejar de ser malo? Hay algo aquí que hace que quiera dejar de serlo. —continuó sin dejarme responder a su primera pregunta—. Estar aquí es tan... liberador. Me hace sentir...
—¿Vivo? —me miró y lentamente asintió. Reí suavemente—. Sí. —estuve de acuerdo con él—. No está mal querer ser otra persona, Jay. Querer cambiar para bien, está bien.
—No quiero volver. —negó—. Mucho menos si tú no estás ahí. Eres mi mejor amiga, Gone. Y me duele cómo estás decidiendo hacer una vida aquí sin mi. —comentó expresando lo que siente.
—Lo siento, lo siento mucho Jay, pero no puedo volver allá cuando apenas y pude salir.
—Lo sé. No estoy pudiente que vuelvas conmigo. —negó y me miró, con un brillo resplandeciente en sus ojos—. ¿Crees que nos acepten aquí?
Analice sus palabras y enseguida lo miré esperando que estuviera hablando enserio. Él asintió mientras sonreía con alegría. Me abalancé para abrazarlo con fuerza. Su toque era cálido y abrazador. Estar entre sus brazos me hizo dar cuenta de lo mucho que necesitaba a Jay en mi vida, detalle que no había pensado antes.
Nos quedamos así por un largo rato, y estaba más que feliz porque Jay estaría conmigo, y porque por fin podía sentirlo.
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