Finalmente el día de la coronación había llegado. Ben y yo no nos habíamos visto en todo el día debido a que él estaba ocupado con los preparativos de su día. Pero dejó en mi puerta una cesta llena de uvas para mi.
Claramente que me las iba comiendo mientras me preparaba junto a Evie para la coronación de Ben. Al ser su novia, iba a estar siempre a su lado, así que debía verme bien para no mal representarlo. El asunto era, que yo siempre me veía bien. El vestido se adhería a mi cuerpo y no llevaba mangas. Dejé mi cabello largo y rizado suelto esta vez. Las chicas me dieron su aprobación solté un suspiro de satisfacción mientras me admiraba en el espejo.
—Ya lo tengo. —me voltee hacia Mal la cual me extendía una golosina.
Una golosina que le había pedido que hiciera para quitarle el encantamiento a Ben. Por más que a mi corazón le doliera, la realidad era que Ben no sentía nada por mi. Solo estaba cegado por la magia. Nada más. Y no me gustaba la idea de seguir con esta mentira, y menos cuando los villanos destrocen Auradon.
—¿Estás segura? —preguntó, antes de entregarme la golosina. Vi inseguridad en sus ojos, pero no me quedó más que asentir y ella aún dudosa, me la entregó.
No quería hacer esto, mi pecho dolía fuertemente, pero quería hacer lo correcto. Quería que Ben fuera libre.
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Aparte el pocotón de flores y confeti que había caído desafortunadamente en mi cabello. Maldije en voz baja sentándome correctamente en la silla del carruaje que nos llevaba, pues había un montón de gente viéndome y debía verme perfecta.
Seguramente a madre le estaba dando un infarto ahora mismo.
Mis manos estaban sudorosas debido a la golosina. Ben notó mi nerviosismo y tomó mi mano entre la suya y acercándose para regalarme un dulce beso en los labios. La gente alrededor comenzó a gritar emocionada y tuve que alejarme por la vergüenza.
—No te preocupes. Solo tienes que sentarte y verte bonita. No es problema para ti. —sonrió de lado, guiñándome un ojo mientras acariciaba mis nudillos.
Desvié la mirada de él para que no viera el fuerte sonrojo que me golpeó. Mi cara estaba toda roja y estaba segura que ardía.
—Deja de decir esas cosas. —le dije cubriendo mi rostro y él rio me jaló del brazo para que estuviéramos más cerca.
—Amo verte toda rojita. —admitió tratando de quitar mis manos de mi cara hasta lograrlo—. Eres hermosa.
—No, cállate. —pedí soltando una risa nerviosa. Ben me calló a mi sellando sus labios con los míos otra vez. Tomándome de la nuca para que no pudiera alejarme, y saboreo toda mi cavidad hasta quedar satisfecho.
