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Sus miradas decían demasiado, ambos estaban sumergidos en su propio mundo, incapaces de pensar en algo más que en lo que ellos mismos estaban sintiendo.

Sus miradas estaban conectadas mientras Tom penetraba a Bill con sus dedos.

La boca de Bill se abría cuando sentía el dedo moverse en su interior como si rasgara dentro de él.

Lo que fue un dedo se convirtió en dos, expandiendo la entrada del menor, jugando con la misma, entraban y salían con facilidad, se movían en forma de tijera mientras Bill gemía en voz alta.

Tom saco sus dedos y tomo a Bill por el pecho, dejandolo de rodillas en el sofá frente al espejo

—Quiero verte, quiero ver tu hermoso cuerpo, tu hermoso rostro cuándo te lo este metiendo Bill.

Los ojos de Bill se abrieron con fuerza con pequeñas lágrimas de placer asomándose.

—Pídeme que lo haga Bill, quiero saber si tú también lo quieres.

Bill trago grueso y lo miro.

—Lo quiero, lo quiero tan mal... por favor Tom hazlo, hazlo.

Tom sonrió y bajo la vista a su pantalón liberando su miembro palpitante y húmedo, efectos que causaba el pequeño en sus brazos, él, su cuerpo, sus gemidos, su belleza y esos malditos videos.

Escupió sus mano y masturbo un poco su miembro, Bill estaba expectante a la espera de lo siguiente, sus ojos no se despegaban del mayor, de su brazo moviéndose como si se masturbara, de sus gruñidos, su cara haciendo esos gestos de excitación mientras mordía su labio y ese cuerpo perfectamente formado.

La pregunta de que le había visto ese hombre a su madre se formuló otra vez y ahora entendia que quizás las cosas entre ellos no estaban bien, pues ahora estaba aquí con él.

A menos de que Tom siempre le haya sido infiel a su madre y él sea solo uno más.

Y pensar aquello dolía en su pecho.

Pero ni siquiera tuvo tiempo de pensar cuando la punta del miembro de Tom empezó a introducirse en su entrada pequeña, su boca se abrió en demasía dejando salir un pequeño hilo de saliva, mientras Tom apretaba su cintura dejando lamidas en su cuello.

—Estas tan apretado...

Bill asintio perdido en aquellas palabras, la intromisión y las fuertes manos que lo apretaban.

—Mierda. Que rico estás, estás tan calentito por dentro.

Cada vez se metía más y Bill se sentía completamente lleno, no sabía si había entrado por completo pero era demasiado para él, sus ojos cerraron por instinto y sus manos se empuñaron.

Dolía, claro que dolía pero Bill estaba acostumbrado al dolor, sobre todo al dolor que las zapatillas le causaban a sus dedos hasta el punto de romperlos con tal de ayudarlo a mantener una postura perfecta de puntillas.

Bill a pasado por mucho y nadie más que él lo sabía.

Tom noto como Bill se había puesto y paro la intromisión, la verdad llevaba un poco más de la mitad pero sabía que para una entrada pequeña y angosta como lo era la entrada anal, un pene como el de él podía doler bastante y él no quería hacerlo sufrir.

Poso ambas manos en la cintura del menor acariciando la piel de esta y empezó a repartir besos por sus hombros.

—Abre los ojos, mírate, mira lo lindo que eres.

Las palabras más calidas para tratar de hacerlo sentir mejor, Bill abrió sus ojos, respiro profundo y poso su mirada en él, ambos se sonrieron mientras Tom se movió lentamente.

—Te prometo que te dejará de doler.

Bill asintio deslizándo sus manos por las de Tom, enrollandolas, como si fueran una pareja, como si estuvieran haciendo un acto de amor y no uno de imprudencia y pecado.

De repente las cosas no se sentían tan mal, no cuando Tom lo penetraba lentamente mientras besaba su cuerpo, Bill apoyo su cabeza en el hombro contrarió cerrando sus ojos.

Estaba empezando a sentir que el dolor se transformaba en algo más, porque a pesar que él se había metido un dildo, aquel artefacto de cristal, era duro delgado y aún que era un poco largo, no se comparaba ni en tamaño ni en grosor al de Tom y sin contar con que este era de carne y se sentía malditamente delicioso.

Bill en un arrebato de querer más, echo su cadera hacia atrás haciendo que el miembro de Tom entrara más, Tom rápidamente paró sus caderas.

—Cariño no, te dolerá más.

Pero Bill estaba perdido y poco le importaba como pudiera dolerle después.

—Una mierda... rompeme el culo Tom.

Justo lo que él necesitaba, porque si no lo hacia a su manera iba a enloquecer y su pene moriría de aburrimiento.

Tomo la nuca de Bill con fuerza y la llevo hacia abajo, recostando su pecho y su cara en el sofá, se estrelló con fuerza haciendo un ruido seco de sus bolas con las nalgas de Bill.

¡Dios como amaba esos sonidos obscenos!

Se enterró hasta lo más profundo escuchando el fuerte gemido de Bill y empezó a moverse con fuerza, haciendo más sonidos de golpeteos al mismo tiempo sosteniendo la nuca de Bill, aprisionandolo en el sofá.

—¡Mierda! Estás tan bueno —gruño echando su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos.

Porque hace mucho no se sentía así.

Porque hace mucho no tenía ese tipo de sexo.

Con su mano libre nalgueo a Bill dejando su mano marcada, se sentía en la cúspide del placer y no podía controlarse. Se retiró de Bill para lamer aquella marca y morder con fuerza su nalga qué se tronaba de un color rojizo.

—Ah,Ah,Tom, sigue asi~..

Tom sonrió al escuchar aquello y volvió a introducirlo con fuerza, soltó la nuca de Bill y con ambas manos abrió las nalgas del menor mirando como su polla se hundía en lo más profundo de esa pequeña entrada.

—Mírate... que bien me recibes ¿Te gusta Bill? ¿Te gusta mucho?

—S-si... ¡Ahhh! Si me gusta, me gusta mucho pa...

—¿Qué? Dilo.

Bill negó, aquello podía ser vergonzoso o arruinar el momento, pero Tom sabia que aquel apodo lo llevaría al máximo y mucho más viniendo de esa boquita.

—¡Dilo maldita perra! —sus embestidas fueron más duras, ¿Caminar? Eso ni siquiera le importaba a Bill ahora.

—Sí, sí... ¡Papi me gusta! Me gusta mucho, me encanta.

Maldita sea ¿Por qué no se había fijado en Bill antes que en Amanda?

Bill bajo su mano y empezó a masturbarse rápidamente, necesitaba liberarse, necesitaba hacerlo ya.

Cuando sintió su vientre cosquillear Tom lo noto y volvió a tomar su pecho poniéndolo de rodillas frente al espejo, Bill se corrió manchando el sofá sin despegar la vista del mayor mientras este saco su miembro y se corrió en su propia mano.

Ambos cansados y respirando con dificultad, Tom tomo a Bill de la mano y lo guío al baño, lavo sus manos y fue por unas toallitas húmedas para limpiar el cuerpo del menor.

Se sentía tan bien, tan liberado, tan desestresado.

Bill lo miraba con nervios sin saber que hacer ahora o como actuar se sentía extraño.

Pero cuando pensó que las cosas podían ser peores, Tom  lo abrazo sin importar la desnudez de ambos, lo envolvió en un cálido abrazo y luego se separó un poco sin soltar su cintura para besar sus labios con lentitud.

—¿Quieres comer? Comeremos lo que tú quieras, pídeme lo que quieras cariño.

Si... ya no había vuelta atrás.

OnlyFans| ᵗᵒˡˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora