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ACTO DOS 💫 CAPÍTULO VEINTICINCO ALHENA Y ¿COMO QUE VOLVIÓ
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Faltaban días solamente para la última prueba y aunque Alhena, Hermione y Ron tenía sus últimos examanes el mismo día de la prueba de Harry, decidieron dedicarse a ayudar a este último para que pudiera sorprender a todos. Para ese entonces, Sirius y Sam le escribían a Harry todas las semanas recordándole su promesa y que se concentrara en practicar; su tía le adjuntó una lista de hechizos útiles para utilizar en su última prueba.
—¿Dice algo de su embarazo? —preguntó Alhena con curiosidad, Harry negó.
Alhena estaba emocionada por la llega de su nuevo hermano o hermana, y aunque su madre le había mandado una fotografía de un ultrasonido del bebé para su cumpleaños, ella quería saber todas las actualizaciones. Pero su madre solo le escribía a Harry y ella entendía la razón, él era que estaba en peligro, no ella; Alhena tenía una pena de amor, y no era para tanto.
El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba. Las lechuzas llevaron a Harry una tarjeta de Sirius y una de Sam para desearle buena suerte. La de Canuto no era más que un trozo de pergamino doblado con la huella de una pata de perro, mientras que la de Sam estaba perfectamente escrita y le daba unos últimos consejos sobre encantamientos. Llegó una lechuza para Hermione llevándole su acostumbrado ejemplar de El Profeta. Lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el zumo de calabaza que tenía en la boca.
Alhena, Harry y Ron asustados le preguntaron qué sucedió y ella solo siguió leyendo, luego le pasó el periódico a Ron, quien solo negó con su cabeza y se negó a entregarle el periódico a cualquiera de los dos.
—Alhena, no hagas nada —dijo Ron—. Eres capaz de golpear a esa mujer.
Pero, antes de que Harry o Alhena pudieran pedirles el periódico, Draco Malfoy gritó desde la mesa de Slytherin:
—¡Eh, Potter! ¿Qué tal te encuentras? ¿Te sientes bien? ¿Estás seguro de que no te vas a poner furioso con nosotros?
—Cállate, Malfoy —dijo Alhena amenazante—. O te quebraré la nariz.
