Capítulo quince

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Aaron se retuerce en la cama mientras sostiene su estómago con ambas manos, su respiración es errática y pequeños jadeos doloridos salen de el.

— mgh...— sus ojos están rojos e hinchados pero ya ni una sola lágrima sale de ellos.

La puerta se abre y apenas se gira puede ver que por ella entra Patrik, seguido de un hombre vestido de bata blanca y con un maletín.

El doctor.

— ha tenido fiebre durante dos días.— escucha que le explica al doctor y mientras este comienza a sacar sus cosas del maletín, Patrik se acerca a el para retirar la manta que tiene encima, dejándolo totalmente expuesto.

Aaron tiembla un poco pero no se atreve a moverse, solo espera. Luego el doctor se acerca también a el y le pide a Patrik que se haga a un lado, empieza a examinarlo sin pedir permiso.

Primero le escucha el corazón, luego toma su brazo y le toma la presión, y así siguió el proceso donde revisó absolutamente todo su cuerpo.

El castaño conocía a ese doctor. Ya lo había atendido algunas veces antes y era quien atendía a la mayoría de los chicos. Un hombre serio, de cabellos canosos, de unos cuarenta y pico y estatura media.

Nunca lo había lastimado, pues se suponía que cuando estaba ahí era para curarlo. Aún así tuvo muchas oportunidades para hacerle daño y nunca lo hizo, el no se metía con los prostitutos, tenía una esposa e hijo por lo que no le interesaban.

Aún así, esa familia no era suficiente como para que no se metiera en todo eso, el sabía perfectamente lo que hacían los chicos, a quien pertenecían ya que también era parte de toda la mafia, así fuera solo como doctor, estaba dentro como un cómplice más.

Palpó con sus dedos el estómago del chico y observó como su rostro se fruncía cuando hacía presión.

— ¿Te duele aquí?— preguntó presionando más sobre una zona. El menor asintió.— ¿Y aquí?— también asintió. Dejó su estómago para pasar a su boca.— abre.— el menor obedeció de inmediato y de reojo pudo ver como Patrik observaba todo de brazos cruzados. El mayor observó con una pequeña linterna la garganta del menor.— tiene la garganta hecha mierda, seguramente no podrá hablar por un tiempo.

Aaron lo sabía, las veces que Patrik entró en la habitación y tuvo que hablarle fue una tortura. Le ardía demasiado, su voz salía ronca y débil.

— ¿Que es lo que tiene entonces?

— pues solo está engripado, en mayor parte se debe al frío, puedo escuchar un pequeño sonido en su pecho que no debería estar ahí. Congestión diría yo, aunque aún es leve.— contó mientras sacaba unos fascos y unas agujas, me inyectó algo y luego guardó todo, solo sacó una pequeña caja de medicamentos y fue hacia Patrik.— dale esto durante esta semana, no lo hagas tomar frío y ten cuidado con su garganta. Supongo que para dentro de unos cinco días ya estará bien, trata de hacer que se recupere o Duke te va a matar. Este vale mucho para que lo dejes morir.

— el Duke no se va a meter, yo me he encargado de este puto desde que era un mocoso, me lo dió a mi porque no había nadie mejor.

Aaron escuchaba lo que los mayores decían aunque no prestaba mucha atención, además la constante tos no lo dejaba concentrarse en nada. Su garganta no dejaba de picar y ya le dolía el pecho de tanto toser.

Luego de un rato el doctor finalmente se marchó, le dirigió una mirada de reojo y salió de la habitación.

Patrik salió por un momento con el, al quedarse solo Aaron se permitió respirar, le ponía muy nervioso estar cerca del mayor. Últimamente lo veía todo el tiempo. Patrik lo había encerrado en la habitación y le había prohibido a Dominic entrar, no quería que contagiara al resto de los chicos, pero Aaron ya no soportaba la soledad, necesitaba ver a Dom.

La puerta volvió a abrirse y Aaron pudo ver al mayor entrar cerrándola, lo miró por unos cuantos segundos y luego caminó hasta la cama. Solo ahí el menor se dió cuenta de que traía algo en las manos.

— siéntate.— ordenó.

El castaño se levantó con dificultad, estaba temblando de frío pero Patrik lo había golpeado en la cara las veces que intentó taparse, diciéndole que de esa manera no le bajaría la fiebre.

Esperó sentado, Patrik pronto se sentó a su lado y sin decir nada comenzó a alimentarlo.

Era simple avena, pero llevaba ya dos días sin comer absolutamente nada, así que no se quejaría jamás. Fue alimentado hasta que se lo comió todo y pronto Patrik dejó el plato en el piso.

Lo tomó y lo hizo acostarse nuevamente, el se quitó los zapatos y se acostó a su lado haciendo que el menor se tensara sin poder evitarlo. Tomó la fina manta y los tapó a ambos.

Aaron no dijo una palabra cuando sintió los dedos del pelinegro tocar su cuerpo, eran suaves caricias pero el no confiaba en nada que le hiciera el mayor, sabía que cualquier cosa, por más buena que pareciera podría traer un terrible dolor detrás.

Sus ojos quedaron conectados con los contrarios, demasiado cerca, más de lo que le gustaría.

— no irás a la calle por estos días.— comenzó a hablar mientras una mano acariciaba sus piernas y sus glúteos.— lo último que me falta es que te mueras por una estúpida gripe.— Aaron no supo que decir así que prefirió quedarse callado.— pero eso no significa que no vas a trabajar.— movió los mechones de pelo que le caían sobre el rostro, para descubrirlo y poder ver esos hermosos ojos que tanto le gustaban.— tampoco te voy a traer clientes porque tienes hasta la garganta hecha mierda, así como estás no sirves para nada.— suspiró.— haremos como en los viejos tiempos, vamos a hacer lo que tanto hacíamos antes, volveremos a hacer contenido, tengo muchas ganas de grabarnos.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro del mayor, mientras los ojos de Aaron se ponían llorosos tan solo de recordarlo.

Inocente (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora