Capítulo cuatro

63 13 0
                                    

Aaron no paraba de observar a ese hombre con curiosidad. Por alguna razón le llamaba la atención, tanto que no podía dejar de mirarlo, aunque procuraba no ser muy obvio pues no quería que se fuera a enojar.

No podía creerlo cuando le dijo que lo llevaría a comer. Al principio creyó que era una broma malvada, que solo lo estaba molestando como hacían muchos, pero no vió que se riera en ningún momento así que no se atrevió a preguntar, simplemente dejó que volviera a arrancar.

El estómago le sonaba del hambre y la sola idea de que comería algo hacía que quisiera saltar en el lugar de la alegría.

Pasearon por la ciudad, dónde a pesar de la hora, las personas parecían no descansar. Aaron los observó distraído hasta escuchó la voz del chico a su lado, haciéndolo dar un saltito.

— ¿Cómo te llamas?— le preguntó mientras se estacionaba a un lado, Aaron pudo ver que estaban frente a un restaurante que se veía caro y elegante.

Se distrajo tanto observando el lugar que se le olvidó responder, Leandro no se desesperó ni se molestó por eso pues había notado que sacar palabras de la boca del chico era bastante difícil.

El castaño lo vió apagar el coche y bajarse para rodearlo e ir a abrir su puerta.

— abajo anda.— ordenó y el menor no tardó en obedecer.

El pelinegro se dió vuelta comenzando a caminar y Aaron lo siguió desde atrás como un perrito.

Ya estaba un poco nervioso por la presencia del hombre, sin embargo, en el momento en que cruzó la puerta de el restaurante todo aumentó más y sintió ganas de retroceder de inmediato.

Pudo darse cuenta por las miradas despectivas que todos los presentes le dirigieron, que no pintaba nada en ese lugar, mucho menos al lado de una figura como la de aquel chico.

Mientras el pelinegro estaba completamente arreglado, con buena ropa, peinado y limpio, el era todo lo contrario. Su rostro, bastante mal por los golpes que Patrik le había dado y su ropa vieja y rota. Se sentía una pulga horrorosa alado de el. Sintió vergüenza.

Sin darse cuenta se pegó más al hombre con el que había ido hasta allí y bajó la mirada, tratando de ignorar las del resto. Supo que si pudieran sacarlo a patadas de allí lo harían.

Solo pudo salir de sus horribles pensamientos cuando escuchó la voz que lo sacó de su cabeza.

— vamos a sentarnos.— dijo el mayor dirigiéndose a una mesa.

Estaba alado de la ventana y no muy lejos de la puerta, Aaron agradeció eso pues no se sentía muy seguro estando en un lugar cerrado. No tenía idea de quien era el hombre con el que estaba y aunque lo único que le importaba ahora era comer, no podía confiarse tanto. Patrik se lo había advertido muchas veces, había personas muy peligrosas, personas que realmente podrían hacerle daño y tenía que saber identificarlas. Pero al mirar el rostro del tipo supo que no de parecía en nada a ellos, lo sabía porque conocía uno. Uno de esos que tomaban personas, sobre todo a los putos que ya no servían para hacer su trabajo. Se los llevaban y los ponían encima de una camilla para abrirles el cuerpo y sacarles los órganos. Uno de los amigos de Patrick lo hacía. Cuando se lo contaron Aaron sintió mucho miedo, tanto que quiso salir corriendo de solo pensarlo, pero Patrik lo tranquilizó diciéndole que eso no iba a pasarle a el, porque el le pertenecía e iba a cuidarlo, no dejaría que ese hombre lo lastimara.

Dió un respingo en el lugar al ver como el pelinegro chasqueaba los dedos delante de su rostro. Lo miró confundido.

— ¿Estás aquí?— inquirió con el entrecejo fruncido.— te preguntaba que quieres comer.

Inocente (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora